El equipo multigestor de Schroders analiza las posibles implicaciones de una de las herramientas de política monetaria con las que aún cuentan los principales bancos centrales del mundo.
Expansión cuantitativa (QE). Operaciones Twist. Operaciones de refinanciación a largo plazo, condicionadas (TLTRO) o no (LTRO). Tipos de interés cercanos al 0%. Tasas de depósito negativas. A los bancos centrales se les están acabando las herramientas con las que llevan intentando estimular el crecimiento y la inflación desde el estallido de la crisis de financiera. Y lo más preocupante es que, pese a todos estos esfuerzos, las tasas de crecimiento de las principales economías desarrolladas, aunque positivas, siguen muy lejos de sus medias históricas, mientras la deflación se ha convertido en el nuevo enemigo público número 1.
“En sus perspectivas económicas mundiales para 2016, el FMI ha rebajado sus previsiones de crecimiento mundial hasta el 3,2%. Es la cuarta vez que lo hace en los últimos doce meses y un nivel que se acerca peligrosamente a la tasa del 3% que la institución considera terreno recesionario”, señala el equipo multigestor de Schroders en un análisis reciente. Ante esta situación, la institución reclama que los bancos centrales adopten medidas “más enérgicas” pero, ¿qué más pueden hacer?
Para algunos –entre los que se incluye el expresidente de la Reserva Federal estadounidense, Ben Bernanke– la solución podría venir en forma de ‘dinero helicóptero’, un concepto introducido por primera vez por Milton Friedman en 1969. “El dinero helicóptero describe la alianza entre las autoridades monetarias y fiscales para intervenir directamente en la economía con el fin de estimular el crecimiento nominal”, explican los expertos de Schroders.
“Mientras que la expansión cuantitativa intenta estimular el crecimiento de forma indirecta (se imprime dinero para comprar activos, lo que reduce los tipos de interés del mercado, los diferenciales de crédito y las primas de riesgo de la renta variable), el dinero helicóptero consiste en imprimir dinero para financiar el gasto fiscal sin aumentar unos niveles de deuda sobre PIB ya de por sí elevados”.
Japón como guía
En la casa británica reconocen que, ahora mismo, una política de este tipo sería totalmente inviable en Estados Unidos. Pero Japón es otra historia: “Japón fue la primera economía desarrollada en llevar sus tipos de interés prácticamente al 0% en los noventa, la primera en aplicar un programa de expansión cuantitativa en 2001 y, a principios de este año, se unió al club de las tasas negativas. Tras haber vivido cuatro recesiones en los últimos siete años –pese a que el Banco de Japón ha comprado el 35% de los bonos gubernamentales japoneses y el 59% del mercado nipón de fondos cotizados (ETF)– podría convertirse en el primer país en atreverse con el dinero helicóptero”.
“En nuestra opinión, los inversores deben mantener una actitud abierta. Políticas que hasta hace poco se consideraban arriesgadas e incluso extremas (QE, tipos de interés negativos) ahora no solo resultan convencionales sino que, cada vez más, se demuestran insuficientes. Si Japón pone en marcha un programa de dinero helicóptero y tiene éxito –lo cual ya es mucho suponer–, es probable que esta solución sea preferible al riesgo de deflación”, reflexionan.
Implicaciones para los mercados
Para el equipo de Schroders, en los últimos años el mercado se ha dividido claramente entre los activos que se han beneficiado del entorno de bajo crecimiento y baja inflación –“aquellos considerados como seguros, cuyas valoraciones han marcado máximos”– y los activos que se beneficiarían de un entorno de mayor crecimiento e inflación –“aquellos considerados como de riesgo, pese a haber sufrido tres o cuatro años bajistas”.
“Sospechamos que, si los japoneses acaban aprobando un programa de este tipo, la visión de los mercados con respecto a los beneficiarios de la inflación podría dar un giro de 180 grados. De hecho, si pensamos en cómo se han venido comportando las materias primas (una cobertura clásica contra la inflación) este año, podríamos argumentar que este cambio ya se está produciendo”, concluyen.