Un gráfico para que todo banquero privado y asesor pueda explicar a sus clientes lo que ha pasado en el año

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Isaac Smith (Unsplash)

Si dentro de 1.000 años se pidiera a un inversor que señalase el año de la pandemia únicamente mirando el gráfico de rentabilidades por clases de activos, ¿sería capaz de detectar que fue en 2020? “Si observamos las clases de activos que superaron en rentabilidad (en euros) a la inflación de la zona euro frente a los que lo hicieron en año pasado, 2020 se parece a cualquier otro año medio del pasado remontándonos a 2004”, desgrana Nadège Dufosse, responsable global de multiactivos de Candriam.

El gráfico que comparte las gestora no es exhaustivo, y los datos son a cierre de noviembre, pero basta para hacernos una idea de cómo los mercados lograron recomponerse tras las fuertes caídas de febrero y marzo. Y nos devuelve una lección importante para los inversores: el coste de oportunidad de vender con el pánico.

2020 ha sido un año de primeros tiempos. Ya sea para hogares privados, corporaciones, bancos centrales, gobiernos o mercados financieros. “Claramente, todos hemos sido arrastrados a aguas desconocidas debido a la pandemia del coronavirus”, insiste la experta. Si lo miramos desde la perspectiva de un inversor, Dufosse destaca cómo la mayoría de los rendimientos de clases de activos cruzados en moneda local han arrojado rendimientos positivos. Solo la renta variable europea y el crudo se quedan atrás. La primera, lastradas por la región de Reino Unido, que tiene que afrontar el Brexit como un desafío adicional; la segunda, afectada por una demanda de petróleo que se paralizó cuando estalló el virus.

Lo cierto es que aun prediciendo una pandemia en 2020, habría sido difícil acertar con la quiniela el comportamiento de los mercados. Incluso en febrero, cuando el COVID-19 estaba más en el foco, pocos habrían acertado que los activos que mejor se comportarían serían los asiáticos. Incluso por estilos, habría sido complicado seguir apostando por el growth tras un 2019 tan fuerte. “Lo que en muchas previsiones para el año 2020 podía considerarse que iba a ser el acontecimiento más importante del año, las elecciones en Estados Unidos, no afectó sin embargo a los mercados”, recuerda Ambrose Crofton, estratega de mercados global de J.P. Morgan AM.

“En los próximos años, cuando se recuerde la crisis de la COVID-19 y el que fue un año angustioso a nivel mundial, es probable que noviembre se considere como un punto de inflexión”,  afirma Crofton. “Los mercados de renta variable acogieron con esperanza la luz al final del túnel, siendo noviembre el mes del año donde los que sufrieron más pérdidas obtuvieron mejores resultados: la rentabilidad de los índices MSCI Europe ex-UK y FTSE All-Share fue del 14,2% y del 12,7%, respectivamente. Incluso los índices con mejores resultados en lo que va de año, Asia ex-Japan y US, consiguieron unas ganancias mensuales impresionantes del 8,0% y del 11,0%”.

Y no es que dejemos atrás un año en el que hubo que apostar por los activos de riesgo. No. Incluso la renta fija se encamina a terminar el año en verde en todas sus facetas, desde los gubernamentales en euro al high yield, como refleja el gráfico siguiente. Aquí hay que tener en cuenta que las rentabilidades están en dólares americanos, por lo que un inversor europeo tendría que tener en cuenta el coste de cobertura.