Cómo un giro growth y disciplinado reavivó el Echiquier Agenor

Stephanie_Bobtcheff_HD
Stéphanie Bobtcheff, gestora del Echiquier Agenor

Un soplo de aire fresco en un equipo gestor puede ser la receta perfecta para que un fondo brille. Es el caso del Echiquier Agenor de la firma francesa Financière de l'Echiquier. Stéphanie Bobtcheff asumió el liderazgo de este fondo a mediados de 2014. Los siguientes meses los dedicó a moldear la filosofía de inversión: decidieron establecer un sesgo claro hacia el growth y lo abrieron a mayor diversificación tanto sectorial como geográficamente. “Habían estado demasiado centrados en Francia, Alemania y Reino Unido y en bienes industriales y de consumo”, cuenta la gestora. También eliminaron riesgo de la cartera ante un periodo de “muchos profit warnings”.

Con estos cambios en marcha, la estrategia ha dado sus resultados. A cinco años el Echiquier Agenor ha dado una rentabilidad anualizada del 10,25%, lo que le sitúa en el primer percentil de su categoría a largo plazo. Ello explica que revalidara su sello Funds People calificación Consistente en 2019 tras haberlo logrado en 2018. El fondo también brilla en 2019, con una rentabilidad del 20% hasta el cierre de abril, según explica la gestora, debido al buen comportamiento de los valores en los que está invertido el fondo así como a un entorno alcista bastante inesperado.

A finales de abril cerró con cerca de 1.000 millones de euros en activos bajo gestión. Este fondo se diferencia de otros productos similares de pequeña y mediana capitalización en que se focaliza en valores medianos europeos en crecimiento, con un sólido historial de rentabilidad que acumula desde que Bobtcheff asumió la dirección del fondo, con una volatilidad limitada y un proceso de inversión muy estructurado “que permite evitar sesgos irracionales”.

Proceso de inversión

El equipo gestor aborda el proceso de inversión con “rigor y disciplina”. Son dos cualidades imprescindibles, asegura Bobtcheff, teniendo en cuenta la amplitud del universo de inversión del fondo. Con un rango de compañías entre los 50 y los 5.000 millones de euros en capitalización, esto supone tener que estudiar más de 3.000 empresas europeas. “Hace falta ser muy organizado para procesar toda la información”, insiste la gestora.

El proceso se compone de tres niveles:

1. El filtro cuantitativo

El fondo tiene unos requisitos mínimos de liquidez, unos 500.000 euros diarios. Este primer filtro reduce el universo a 1.000 compañías. Además, se filtra por crecimiento de ventas y ebitda, que tiene que ser superior al 5% de media en los últimos 5 años.

2. Análisis fundamental

“Intentamos centrarnos en la compañía y evitar el ruido de mercado”, explica Bobtcheff. En este paso, el equipo gestor se plantea preguntas acerca del sector, las entrañas de la empresa, intentar entender la franquicia y su estrategia, etc. ¿Cuáles son sus objetivos? “Es entender por qué debo fijarme en una compañía mejor que otra. Entender su estrategia a medio-largo plazo es más importante que los resultados de un trimestre”, añade.

Para Bobtcheff es muy importante sentarse con la compañía, con el consejero delegado y director financiero. Es algo que hacen unas dos o tres veces incluso antes de invertir en la compañía. Esto se complementa con llamadas a expertos de la industria, a puntos de vista fuera de la empresa. Todo este proceso puede llevar desde días a meses. “E incluso a partir de ahí hace falta un punto de entrada bueno”, matiza.

3. Construcción de la cartera.

La clave durante el proceso de montaje de la cartera es mantenerse fiel al estilo del fondo, orientado a compañías growth. “Para generar alpha en esta clase de activos hay que encontrar aquellos valores en crecimiento”, afirma. Y esto tiene que apreciarse en la cartera: al menos el 80% estará en compañías growth. Dentro de lo que el equipo entiende como growth hay dos subsegmentos.

Por un lado, lo que llaman “ganadores a largo plazo”. Son compañías posicionadas en un mercado con crecimiento estructural, volatilidad y drawdown limitados, un margen ebitda de doble dígito y un fuerte balance. Son nombres que pueden estar en cartera años. Por otro lado, están los “proyectos innovadores”, empresas con un crecimiento orgánico alto (superior al 10%), pero aún con márgenes limitados. “Lo que más nos interesa de ellos es están posicionadas en un mercado disruptor”, explica Bobtcheff. Generalmente son ideas que están en los inicios de su vida, por lo que suelen ser más arriesgadas y las valoraciones más caras. Por eso, solo pueden pesar un 2% por posición y suponer como mucho un 20% de la cartera en su conjunto.

La última pata del fondo, ese 20% que puede salirse del universo growth, son valores más cíclicos con los cuales pueden ser más oportunistas o también empresas que pueden ser sujetas a una operación de fusión o compra. “Aquí tenemos una disciplina muy clara para el proceso de compra y venta. Debemos ver un potencial de subida del 50%”, aclara la experta. Son ideas más tácticas, por lo su ratio de turnover es mayor. Cuando el valor llega a su precio objetivo, venden la posición por completo.