Ana Gil, directora de inversión del equipo de renta fija de M&G Investments, explica a Funds People la visión del equipo gestor, el posicionamiento para afrontar 2019 y los movimientos que han hecho en la cartera.
El 2018 ha sido un año que pasará a la historia por el especialmente mal comportamiento registrado por los mercados financieros en el que –tal y como recuerda Ana Gil, directora de inversión del equipo de renta fija de M&G Investments- prácticamente el 90% de los activos ofrecieron rentabilidades negativas. “El inversor ha estado huyendo de la volatilidad y refugiándose en activos de bajo riesgo por un temor al final del ciclo económico. Creemos que ha sobrereaccionado. Han sonado alarmas que han hecho prevalecer el miedo pero, como dice Richard Woolnough, los ciclos económicos no mueren de viejos, sino de malos fundamentales”, afirma la experta.
Una de las señales que más ha contribuido a disparar los temores es el aplanamiento de la curva en Estados Unidos. “La pendiente se ha estado aplanando, pero el diferencial entre la TIR del bono del Tesoro de EE.UU. a dos y a 10 años no está invertida. El diferencial todavía ronda los 20 puntos básicos. Además, desde que la curva se invierte, de media transcurre un periodo de entre año y medio y dos años hasta que llega la recesión”, subraya Gil. En el equipo del M&G (Lux) Optimal Income prefieren centrarse en la realidad económica, que apunta a que hoy por hoy los fundamentales siguen siendo buenos.
Según explica, a nivel macroeconómico, la narrativa con la que ha comenzado el año es positiva en Estados Unidos, donde el desempleo está cayendo, la confianza del consumidor sigue en máximos (alentada por el abaratamiento del precio del petróleo, la política fiscal y el bajo nivel de paro) y el crecimiento de los salarios está en torno al 3%. “Estos últimos datos son muy importantes porque se trata de indicadores que se empiezan a resentir antes de que se produzca la recesión y, sin embargo, esto no se está produciendo. Europa va un poco por detrás, en torno a año y medio o dos años respecto a donde se encuentra Estados Unidos en el ciclo. A nivel global, el crecimiento se está desacelerando, pero esperamos que éste sea positivo, aunque más moderado”, destaca.
A su juicio, lo interesante de cara a 2019 es que la corrección del año pasado ha hecho que una parte importante de los mercados de renta fija vuelvan a estar atractivos.
“Los spreads de crédito han vuelto a niveles más interesantes. Se han producido algunas dislocaciones, como en el sector financiero, donde a pesar de ser un sector cada vez más regulado se han producido fuertes correcciones en deuda subordinada. Esto nos penalizó el año pasado, pero seguimos confiando en el sector financiero al mantener una exposición del 24% del total de la cartera. También se han destapado oportunidades en deuda con grado de inversión, segmento que seguimos priorizando frente al high yield, cuya exposición es actualmente del 12%, la menor en toda la historia del fondo”.
Gil reconoce que las caídas registradas el año pasado en el mercado de deuda de alto rendimiento hace que en el equipo estén atentos a nuevas oportunidades que pudieran surgir. Por ahora no han dado el paso de entrar. “Consideramos que el diferencial de spread entre el segmento BBB (investment grade) y BB (high yield), que actualmente se sitúa en 80 de puntos básicos, es una prima demasiado pequeña en comparación con el mayor riesgo de quiebra del high yield y, por tanto, preferimos estar en crédito con grado de inversión, donde mantenemos el 64% de la cartera del fondo”, subraya.
En este segmento de mercado el equipo del M&G (Lux) Optimal Income están haciendo un cambio importante. “Estamos empezando a ver más valor en crédito europeo frente al crédito americano. Entre 2015 y 2016 comenzamos a comprar deuda con grado de inversión de Estados Unidos, la cual nos estaba pagando 120 puntos básicos más que la europea. Hoy ese diferencial ha desaparecido prácticamente y Woolnough está moviendo parte de la asignación a crédito europeo”, revela Gil. Pese a este movimiento, más de la mitad de la exposición a investment grade continúa estando en EE.UU.
En el equipo no creen que la Reserva Federal haya concluido su ciclo de subida de tipos de interés. Esperan una más para 2019. Esto tendrá efectos claros sobre la evolución de la deuda pública americana, donde esperan que los treasuries sigan subiendo. Es una de las razones por las que son cautos con la duración del fondo, la cual está en los 1,9 años.
Lo que les funcionó en 2018…
La sobreponderación de crédito americano frente a europeo fue una operación que el año pasado les salió muy bien, sobre todo de abril a diciembre. También les funcionó la deuda periférica europea que compraron en 2017. “Capturamos el rally registrado por el activo y en marzo-abril de 2018 lo vendimos. El timing fue perfecto. En ese mes surgieron los problemas de Italia y la rentabilidad del bono se disparó hasta niveles tan atractivos que nos empujaron a entrar nuevamente en octubre”, destaca.
En deuda pública periférica, las nuevas posiciones que construyeron se centraron exclusivamente en Italia, donde ya han cerrado la posición. “Ahora nos quedan únicamente bonos de corto plazo de Alemania y Francia. No tenemos nada de bonos británicos hasta que no sepamos la resolución del Brexit”.
… y lo que no
Además de su apuesta por la deuda subordinada financiera, que no tuvo un buen comportamiento el año pasado, lo que tampoco funcionó fue su exposición al mercado de renta variable, en el que el gestor invierte cuando la valoración de la acción le parece más atractiva que la del bono. En 2018, el 4,5% estaba en acciones. La mitad correspondía a valores del sector financiero. La jugada no le salió bien. Han estado reduciendo y ahora esa exposición es del 3,3% tras la venta de valores que habían registrado un buen comportamiento, principalmente del sector farmacéutico y automoción.