Cada vez que se publica su informe SPIVA, la gestión activa tiembla. Puntual a su cita, cada primer trimestre del año S&P lanza un documento en el que analiza cuál ha sido el comportamiento de los fondos de gestión activa frente a sus respectivos índices S&P a uno, tres, cinco y diez años. Las conclusiones –de las que ya hemos hablado en un primer artículo- no son nada favorables para los defensores de la gestión activa. Sin embargo, es importante destacar que este informe no debe tomarse como dogma de fe, ya que también presenta algunas lagunas importantes que conviene tener en cuenta. De hecho, existen varios aspectos que invitan a pesar que la batalla entre la gestión activa y la gestión pasiva está mucho más equilibrada de lo que el estudio de SPIVA podría estar sugiriendo. Aquí van algunas de las críticas que se le pueden hacer al informe.
Cosas que no se cuentan al comparar la gestión activa con los índices

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