Las inversiones alternativas, los fondos multiestrategia y las estrategias basadas en índices son tres de las áreas que han registrado una mayor innovación de producto desde 2010, señala un informe de Cerulli Associates.
El lanzamiento de fondos alternativos y multiactivos ha aumentado un 15% desde 2010. Son datos de la edición de noviembre del informe The Cerulli Edge - U.S. Edition, que elabora la firma internacional de análisis Cerulli Associates y que en esta ocasión se centra en cuestiones como la innovación de producto y las estrategias centradas en el cliente en Estados Unidos. “La crisis fue un periodo muy disruptivo en el que el lanzamiento de nuevos productos se frenó a consecuencia de la reducción de presupuestos”, explica Cindy Zarker, directora en Cerulli.
Sin embargo, Zarker considera que, a la larga, esta situación ha acabado provocando una disrupción creativa: “Desde 2010, se han creado, de media, unos 500 fondos de inversión nuevos al año. Tres de las áreas que han registrado una mayor innovación de producto han sido las inversiones alternativas, los fondos multiestrategia y las estrategias basadas en índices”.
La experta señala que, “superada la crisis, los inversores afrontan la construcción de carteras de forma diferente. Le prestan más atención a las comisiones, son muy conscientes de la necesidad de gestionar el riesgo y están más abiertos a las oportunidades de inversión que puedan existir más allá de sus fronteras”.
Zarker identifica además las cinco estrategias de inversión más demandadas por los asesores financieros en 2014: fondos de generación de rentas, alternativos multiestrategia, renta variable global/internacional, alternativos monoestrategia y asignación de activos táctica global. “Las cuestiones prácticas, como la necesidad de generar rentas tras la jubilación, continúan dictando las decisiones de inversión. Identificar fuentes consistentes de generación de rentas para sus carteras ha supuesto el principal reto para los inversores en un entorno en que los tipos de interés llevan cinco años en niveles persistentemente bajos”, concluye.
