Grandes tecnológicas: cómo se mide el riesgo normativo

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Foto: Sara Kurfeß on Unsplash

En lo que respecta a las mayores compañías tecnológicas de Norteamérica, parece que el riesgo normativo nunca ha sido mayor. La mayoría de las grandes plataformas tecnológicas se enfrentan a presiones de las autoridades estadounidenses y europeas. Al otro lado del Atlántico, los legisladores parecen más inclinados a actuar, en lugar de no hacer nada. Concretamente, hoy las compañías tecnológicas se enfrentan a tres asuntos clave: privacidad y protección de datos, control de contenidos y moderación y acción antimonopolio.

Privacidad

En opinión de Tracy Li, analista de inversión en Capital Group, las inquietudes relacionadas con la privacidad o los contenidos podrían reforzar, más que debilitar, las ventajas con que cuentan las plataformas más grandes. “Se trata de una cuestión llena de matices y disyuntivas, de modo que la legislación no será inminente. Las compañías tomarán más medidas destinadas a regularse a sí mismas y entre sí, mientras la normativa trata de ponerse al día”, afirma.

Lo que a menudo omiten los titulares de los medios es que las restricciones a la privacidad y transparencia de datos promulgadas por las empresas podrían ser más disruptivas para el sector que la normativa estatal.

Según explica, un ejemplo reciente es IDFA (Identifier for Advertisers, Identificador para Anunciantes), donde tenemos a Apple efectuando cambios en su sistema operativo. El sector tecnológico de la publicidad recurre en gran medida a los datos personales que proceden de datos de usuarios IDFA de Apple y de cookies de terceros para gestionar anuncios personalizados. Google también tiene planes de eliminar gradualmente las cookies de terceros en su navegador de Internet Chrome.

“En última instancia, es probable que las ventajas competitivas recaigan en las compañías que tengan acceso a datos de primera mano. O en aquellas que recaben datos en sus propias plataformas o ecosistemas. Las compañías que cuenten con capacidades de inteligencia artificial y aprendizaje automático, como Google y Facebook, también podrían situarse en ventaja”, señala la experta.

En este contexto, el panorama normativo probablemente se volverá cada vez más complejo a medida que más gobiernos instauren nueva legislación sobre privacidad de datos. Por lo tanto, Li cree que las recientes leyes aprobadas en Europa y Estados Unidos podrían tener la consecuencia no deseada de favorecer a las compañías más grandes del sector en detrimento de sus rivales más pequeñas.

Contenidos

Se ha debatido mucho en torno al artículo 230 en Washington. En opinión de la analista, lo más probable es que no sea derogado, sino reformado. Este artículo ofrece una inmunidad federal limitada a los proveedores y usuarios de servicios informáticos interactivos. Hasta la fecha, las compañías de Internet se han blindado en gran medida frente a los contenidos publicados en sus plataformas.

“Auguro que se formará un consenso bipartito para obligar a las plataformas de Internet a aumentar la transparencia e informar sobre la administración de contenidos, eliminando aquellos que se establezca por orden judicial en el plazo de 24 horas. Esto implica una posible subida de los costes de cumplimiento normativo. Y también una mayor frecuencia de multas, aunque este aumento de costes también ampliará las ventajas competitivas para las compañías más grandes”, señala Li.

Antimonopolio

Según la analista de Capital Group, tal vez las leyes anticompetencia para las grandes plataformas de Internet sea ahora lo que en su día fue la seguridad y solidez para los grandes bancos. Es el problema sistémico más importante que observan los legisladores. “En consecuencia, al igual que el marco demasiado grande para caer aplicado a los bancos, podríamos ver un marco implantado para plataformas de Internet en el que se apliquen normas anticompetencia diferenciadas en función del tamaño”, explica.

La experta no cree que se produzca ninguna disolución significativa de empresas. Pero sí que resultará mucho más difícil acometer operaciones de fusión y adquisición en el futuro en una escala relevante. “Las investigaciones realizadas por la Cámara de Representantes sobre el poder de monopolio de Apple, Amazon, Google y Facebook constituyen un ejemplo del mayor control al que podrían someterse los acuerdos futuros”, subraya.

En un ejemplo de lo difícil que puede resultar el enjuiciamiento de los procesos antimonopolio, el pasado 28 de junio un juez federal desestimó las demandas antimonopolio presentadas contra Facebook por la Comisión Federal de Comercio (CFC) y docenas de fiscales generales. El juez afirmó que los argumentos incluidos en la demanda de la CFC no respaldaban las acusaciones de presunto monopolio de Facebook en redes sociales. Aún está por ver si la CFC modificará su demanda y volverá a presentarla más adelante.

“Como sucede con la mayoría de acciones gubernamentales, la primera versión de un proyecto de ley casi nunca representa el texto exacto definitivo. Es muy probable que cualquier cambio introducido en la ley antimonopolio produzca diferencias notables respecto a las leyes propuestas”, destaca.

De igual modo, las demandas antimonopolio con frecuencia terminan en liquidaciones o multas, más que en la disolución de una compañía. “En este contexto, las grandes compañías podrían esforzarse por mitigar cualquier efecto potencial, además de autorregularse”, concluye.