Groupama AM opta por el retorno absoluto para gestionar deuda en un entorno de bajos tipos

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Cedida por Groupama

Los tipos de interés están bajo mínimos en el mundo desarrollado, una variable que dificulta la labor a los gestores de activos monetarios y deuda. Así, gestión a corto plazo con tipos del 0,25% en
EE. UU., 0,75% en la UE o 0,5% en Reino Unido resulta en una ecuación cada vez más compleja
si como resultado se quiere obtener una rentabilidad aceptable. Eso es lo que buscan los inversores, sin dejar de lado su aversión al riesgo, y que encontraban en los fondos monetarios. Pero, en este contexto de tipos raquíticos y vuelta de la volatilidad, dichos fondos han reducido sus retornos de forma significativa, lo que sigue empujando hacia los depósitos.

Por eso, las gestoras están buscando alternativas a esta oferta monetaria, también después de que algunas decidieran echar el cierre a sus carteras el pasado verano. La respuesta de Groupama AM a las necesidades de liquidez, seguridad y rentabilidad consiste en gestionar la renta fija con una perspectiva de rentabilidad absoluta y de forma flexible, diversificada y global. Una filosofía que aplica en el G Fund Alpha Fixed Income, fondo con el triple objetivo de lograr una rentabilidad absoluta regular (de Eonia más 1,5% a 12 meses), preservando el capital (con una pérdida máxima a un año del 2%) y manteniendo la liquidez diaria.

Para explotar las oportunidades de renta fija, su gestor, Laurent Fabiani, tiene muy presentes tres cambios que se han producido en el activo desde la crisis: el giro de 180 grados en la jerarquía de riesgos –que explica el fuerte peso en crédito del fondo–, la aparición de la deuda pública emergente como activo a incluir en carteras conservadoras y la vuelta de la volatilidad.

Es precisamente esta última la que obliga a Fabiani a ser flexible y capaz de cambiar rápidamente la asignación de activos, además de diversificar la cartera. Una diversificación tanto geográfica (en países de la OCDE, G-20 y UE), como por motores de rentabilidad (divisa, volatilidad, curva, cobertura…), estrategias (de arbitraje o direccional) y activos. El fondo puede invertir en bonos con grado de inversión o de alta rentabilidad, de países emergentes y convertibles, entre otros. “La deuda high yield ofrece a veces más retornos y seguridad que alguna soberana. Las restricciones de fondos que no pueden invertir en nombres con menor calificación nos dan una oportunidad de arbitraje”, explica, si bien matiza que suele optar por ángeles caídos.

Una flexibilidad que le permite adaptarse a circunstancias tan distintas como las del último trimestre del año pasado (marcado por temores extremos al colapso del euro que le hicieron apostar por deuda corporativa de baja duración y alta calidad) o el rally desde el verano, cuando cambió las posiciones hacia crédito de mayor duración y menor calidad. Con todo, para asegurar una rentabilidad estable y protegerse contra cambios de tendencia mantiene coberturas, utilizando divisas como el franco suizo o estrategias de arbitraje como la apuesta larga en deuda pública alemana frente a corta en la francesa. “No temo un colapso de mercado al menos hasta el segundo trimestre o segunda mitad del año próximo pero mantengo las coberturas”, explica.

Sobreponderar el crédito

Para el gestor, la actitud del BCE es negativa en el sentido de que ha convertido al banco central en “rehén de sus deudores”. “Los estados tienen menos incentivos para hacer reformas, sabiendo la disponibilidad de su ayuda, lo que obligará al banco a seguir prestando, en un círculo vicioso de relajación cuantitativa que puede tener consecuencias negativas”, advierte. Este hecho, además de lo que considera una “incapacidad de los estados para reformarse” y la continuada subida de impuestos y gasto público, le hace anticipar una agravación de la crisis soberana y excluir la deuda pública en cartera (excepto la alemana, como cobertura).

En cuanto a los bancos, considera que su balance y modelo de negocio son frágiles en muchos casos, aunque particularmente en Europa, razón por la que cuenta con baja exposición al sector y excluye deuda subordinada. En positivo, cree que las empresas se están adaptando al entorno, pues han protegido márgenes y beneficios, por lo que la cartera está sobreponderada en crédito, sobre todo a corto plazo.

Control del riesgo

El fondo busca rentabilidad pero no a expensas de la seguridad, que logra a través de tres pilares en la gestión del riesgo: gestión de las posiciones respetando la pérdida máxima del 2%, control de la volatilidad a través de una adecuada diversificación de la cartera (la global debe ser menor a la suma de las volatilidades de cada posición) y protección contra riesgos de pérdidas extremas, tanto macroeconómicos como derivados de los emisores. De hecho, es el alfa, y no la beta, la base de su cartera, lo que limita el sufrimiento en eventos de mercado.

Otras alternativas de la gestora a la crisis de rentabilidad de los monetarios son el monetario Groupama Trésorerie, que invierte en crédito con una duración superior a la del resto de sus fondos monetarios y en segundo lugar, los fondos de crédito con carteras para mantener a un vencimiento determinado.