Los cambios demográficos, la crisis financiera y el nuevo entorno regulatorio están transformando el sector europeo de las pensiones, que se decanta cada vez más por la gestión pasiva, según el último informe de Cerulli Associates.
Quedan menos de dos meses para el 22 de julio, fecha límite para que los gestores de fondos cumplan con la Directiva de Gestión de Fondos de Inversión Alternativos (AIFMD), está previsto que la Directiva sobre Mercados de Instrumentos Financieros (MiFID II) se implemente a lo largo de 2015 y que Solvencia II lo haga un año después. Para la firma internacional de análisis Cerulli Associates, los cambios regulatorios son el principal reto al que tendrán que enfrentarse las instituciones financieras europeas en los próximos 12-24 meses.
Todo esto sucede, además, en un momento en el que las instituciones europeas están experimentando una transformación fundamental. “El envejecimiento de la población y las bajas tasas de natalidad están forzando a los gobiernos europeos a revisar sus sistemas de pensiones, una auténtica bomba de relojería exacerbada por la crisis financiera”, afirma Barbara Wall, directora de análisis para Europa en Cerulli. “Muchos gobiernos están intentando traspasar la responsabilidad del ahorro para la jubilación del Estado a los ciudadanos, lo que se ha visto reflejado en el crecimiento de los planes de pensiones de aportación definida a costa de los planes de beneficio definido. En Cerulli pensamos que este cambio se intensificará en los próximos años”, apunta la experta.
“La crisis financiera también puede considerarse uno de los catalizadores de la creciente dependencia del sector de las pensiones por productos pasivos y de ‘smart beta’”, señala Angelos Gousios, analista sénior en Cerulli, quien cree que la crisis “también está detrás de la creación de una lista cada vez más extensa de productos financieros orientados a una clientela más exigente y más prudente”.
En la edición del segundo trimestre de 2014 del informe The Cerulli Edge – Europe Edition, Cerulli advierte que los fondos de pensiones invierten cada vez más en productos de gestión pasiva y que los límites entre fondos indexados, gestión activa y, últimamente, estrategias de 'smart beta' son cada vez más difusos. Para los autores del informe, esta tendencia podría fomentar el cortoplacismo entre los fondos de pensiones y acabar suponiendo un problema para todo el sector.