En el centro de las turbulencias económicas se encuentra una crisis inmobiliaria cada vez mayor a la que se añade una caída de la confianza de los consumidores, con unos índices de gestores de compras (PMI) y exportaciones experimentando fuertes descensos.
El Banco Popular de China ha decidido flexibilizar algunas de las normas de endeudamiento y reducir el coeficiente de reservas obligatorias para los depósitos en moneda extranjera (del 6% al 4%) a fin de reactivar el sector inmobiliario del país. Y Country Garden ha logrado una prórroga para el pago de algunos de sus bonos. En el centro de las turbulencias económicas de China se encuentra una crisis inmobiliaria cada vez mayor. A esto se añade una caída de la confianza de los consumidores, ya que, tras un auge inicial por el final de la política Covid cero en el primer trimestre de 2023, los índices de gestores de compras (PMI) y las exportaciones han experimentado un fuerte descenso.
¿Cómo ha llegado China a este punto? A juicio de Mohammed Elmi, gestora de renta fija emergente en Federated Hermes, la situación en el país asiático se puede resumir en las cuatro “Ds”. En primer lugar, “los default o impagos de los gigantes inmobiliarios Evergrande y Country Garden, que no pudieron hacer frente al pago de los cupones de los eurobonos, han aumentado la presión sobre el mercado crediticio chino”. En segundo término, China se enfrenta a un problema demográfico ya que “la población activa envejece y disminuye”. La tercera “D” hace referencia a la deflación y la última a deuda: los gobiernos regionales se han “endeudado mucho, utilizando la venta de terrenos como principal fuente de ingresos. Con el sector inmobiliario de capa caída, esa puerta está prácticamente cerrada”.
El mercado inmobiliario, clave de todo
Según James Donald, director y gestor de mercados emergentes de Lazard AM, “el sector inmobiliario puede ser la pieza más importante de la economía china porque, según algunas estimaciones, es responsable de entre un cuarto y un tercio del crecimiento económico, representando hasta el 70% de la riqueza de los hogares”. Pero los problemas económicos del país se han extendido mucho más allá. “La persecución de la prosperidad común por parte de la actual administración china ha provocado cambios significativos en sectores como el comercio electrónico, la educación en línea y el transporte compartido, ya que las empresas se han visto obligadas a priorizar el control estatal sobre el rápido crecimiento de los ingresos y los beneficios”, explica.
Al mismo tiempo, el experto recuerda que Occidente ha respondido a la creciente importancia de la tecnología como preocupación de seguridad nacional aislando activamente sus mercados de los productos tecnológicos chinos. “Además, la alianza estratégica de China con Rusia durante el conflicto de Ucrania ha exacerbado las tensiones con las naciones occidentales, desencadenando un fuerte descenso de la inversión extranjera directa”.
Una deuda colosal
Para Alexis Bienvenu, gestor de fondos en La Financière de l’Echiquier, el episodio chino del Covid-19 solo sirvió para enmascarar temporalmente la frágil dinámica del mercado inmobiliario. Y, ahora, los medios con que cuenta China para aplicar estímulos son limitados debido a la colosal deuda acumulada desde la crisis mundial de 2008, que se combatió a golpe de endeudamiento masivo en el país, como en el resto del mundo.
“El endeudamiento total de China —no solo el de la Administración central— ha pasado del 160% del PIB en 2008 hasta el 360% en 2022. No se puede plantear aumentar aún más esta carga de por sí pesada, sobre todo en un periodo de inflación nula, incluso negativa”, afirma.
A su juicio, se puede formular la hipótesis —la certidumbre es una quimera en esta materia— de que la decisión de Xi Jingping de no aumentar sobremanera el endeudamiento obedece a un objetivo a largo plazo: la estabilización de las finanzas públicas, sobre todo locales, so pena de afrontar una grave crisis inmobiliaria, deteniéndose antes de llegar a un punto de ruptura sistémico.