Aunque no es nuevo, el concepto de factor investing cada vez suscita más interés entre los gestores e inversores. Funds People ha organizado un desayuno patrocinado por Amundi para analizar los objetivos y características de esta metodología de inversión.
Aunque no es nuevo, el concepto de factor investing cada vez suscita más interés entre los gestores e inversores. Funds People ha organizado un desayuno patrocinado por Amundi para analizar los objetivos y características de esta metodología de inversión.
David Cano, director de AFI Inversiones Financieras Globales EAF, explica que lo que pretende el factor investing es mantener un criterio de selección de valores que se aleje de la capitalización bursátil que, a su juicio, no es inteligente. “Es necesario tener otro tipo de criterios de selección que tengan más relación con los fundamentales”.
Se trata, según comenta, de sentido común a la hora de seleccionar las compañías de una cartera: “Escoger aquellas que cumplan una serie de principios, como baja valoración (factor value), alta rentabilidad para el accionista, medida, por ejemplo, a través del ROE (factor quality), baja volatilidad (factor low volatility), u otros parámetros más de mercado, como puede ser el momentum: comprar aquellas compañías que están subiendo y evitar las que están bajando (momentum precio) o aquellas cuyos beneficios se están incrementando (momentum BPA). Una vez elegidas las compañías, es habitual que estén equiponderadas en la cartera o, en caso de que haya diferencias en los pesos, estas son muy reducidas. En definitiva, es una técnica de gestión activa que incorpora mucho tracking error frente a los índices tradicionales”.
Juan San Pío, responsable de ETF e Indexados y Smart Beta de Amundi, distingue dos variantes dentro del smart beta. Por un lado, estarían las estrategias que buscan reducir el riesgo de la exposición; y, por otro, las que intentan mejorar el performance de la exposición. En este último ámbito se han definido cinco factores: momentum, value, volatilidad, tamaño y calidad, los cuales también se utilizarían para reducir el riesgo: “Yo creo que la primera variante busca limitar las caídas en los momentos bajistas de bolsa, e intentar participar al máximo en las subidas cuando hay un mercado alcista”.
Analizando las estadísticas, considera que estas estrategias, como pueden ser los índices de mínima varianza en general, pueden participar en un 80% de los mercados alcistas, y, sin embargo, limitar la caída a un 50% en mercados bajistas. Al final, explica, “es un juego de asignación de activos en el que los gestores profesionales y los gestores de carteras tendrán que decidir sobre una combinación eficiente entre índices de capitalización e índices smart beta. Lo que está claro es que una combinación apropiada entre ambos puede incrementar la rentabilidad final de la inversión”. Considera que “lo que sí es importante es poner en manos de gestores profesionales la asignación correcta a cada una de estas estrategias o exposición a factores para optimizar dicha exposición, para ello existen ya algunos fondos de gestoras locales que ya están incorporando ETF sobre índices smart beta en los fondos multi asset que ofrecen a sus clientes, siendo esta una buena manera para que los inversores finales se beneficien de dichas estrategias.
Estas estrategias smart beta están siendo cada vez más utilizadas por los inversores europeos en los últimos años. Jaime Martínez, responsable global de Asset Allocation en BBVA AM, cuenta que el primer contacto que tuvo con ellas fue aproximadamente en 2011, a raíz de su participación en conferencias en las que los planes de pensiones nórdicos empezaban a hablar de factor investing. El origen, según explica, está en un informe que el fondo soberano noruego encargó a raíz de la crisis financiera y los malos resultados que obtuvieron los gestores activos respecto a los índices. Querían saber si había alguna manera de invertir en renta variable que no fuera la tradicional.
Con este mandato elaboraron la estrategia de exponerse a factores: “A parte de la beta de mercado, hay otras betas cuando inviertes en acciones, y una exposición sistemática a esas betas o factores bate a los índices de capitalización bursátil en el largo plazo de una manera consistente y robusta”. Explica también que había gestoras que, con enfoques sencillos, habían empezado a separarse de la manera de construir índices con capitalización bursátil. Por ejemplo, en lugar de pesar los valores por su capitalización lo hacían por sus fundamentales. En definitiva, un nuevo mundo, que “es más que un producto, es entender que cuando inviertes en renta variable (también en otros activos) te expones a una serie de factores, que son primas de riesgo: te ofrecen una rentabilidad extra porque asumes un riesgo al invertir en ellas en entornos en los que no funcionan bien, pero que suponen una alternativa muy interesante a la manera tradicional de invertir, ya sea vía pasiva al seguir al índice, o vía activa al elegir a un gestor para que bata al mercado”.
El primer contacto de Francisco Esteban, del equipo de Asset Allocation de Santander AM, con el factor investing fue en 2014 a raíz de la lectura de un documento sobre la materia. Se empezó a interesar por estas estrategias porque como gestor siempre había trabajado en el área de multiactivos y multiestrategia y, por tanto, estaba muy interesado en encontrar herramientas de posicionamiento en ciclo eficientes. La relación entre esta inquietud y el factor investing es que “de la misma manera que en función de la fase del ciclo se puede invertir en determinados tipos de activos tradicionales, dependiendo de la fase del ciclo también merece la pena tomar sesgo a determinados factores, a determinadas primas de riesgo”.
A su juicio, el factor investing es la mejor forma de identificar y entender las fuentes de generación de rentabilidad y de riesgo que explican el comportamiento de las carteras y, además, es la mejor forma de seleccionar de forma intencionada aquellos factores de riesgo a los que se quiere tener exposición y descartar aquellos a los que no. Además, apunta que la correlación entre factores es mucho más estable, lo que permite analizar cuáles son los beneficios que se logran a través de la diversificación, lo que con los activos tradicionales es más complicado. Y, por último, señala que añadir primas de riesgo permite sumar sus rentabilidades individuales sin incrementar el riesgo debido a que las primas de riesgo entre si tienen correlaciones muy bajas o incluso negativas. “En síntesis, la inversión en smart beta permite fundamentalmente tres cosas: incrementar la rentabilidad, reducir el riesgo de las carteras y aumentar la diversificación”.