Los dilemas que afrontan los gestores de renta fija este año, según Fidelity

Invesor
Foto: WingedWolf, Flickr, Creative Commons

Fidelity suele dar la imagen de una casa fuerte en gama de renta variable. Sin embargo, su gama de renta fija también dispone de solidez, tal y como refleja un estudio publicado por Morningstar en noviembre, por lo que vuelve interesante conocer cuáles son sus puntos de vista sobre esta clase de activo para 2017. Fidelity celebró recientemente en Madrid su evento anual de perspectivas, al que estuvo invitado el gestor Ian Spreadbury. Éste muestra una postura muy crítica con el futuro de la renta fija en el corto y medio plazo, con una visión un tanto diferente a la del consenso que se detalla a continuación.

El gestor comienza su análisis por EE.UU. Recuerda que, aunque la tendencia se acentuó en las semanas posteriores a las elecciones presidenciales, en realidad “ya se había visto un ajuste al alza desde junio: la curva de tipos estaba más alta e inclinada, había subido la inflación y el dólar estaba fuerte”. Todos estos factores significan una cosa: condiciones financieras más restrictivas. “Este escenario me recuerda al taper tantrum de 2013. Me sentiría sorprendido si las condiciones actuales no ralentizan el crecimiento en EE.UU. en los próximos seis meses”, declara Spreadbury.  

Más allá de EE.UU., el experto muestra inquietud por tres factores que pueden obstaculizar al crecimiento en el futuro. La primera preocupación es por el endeudamiento global: si la crisis financiera de 2008 comenzó por un exceso de deuda, y entonces la ratio era del 269%, en 2014 la tasa ya había alcanzado el 286%. “El endeudamiento supone pedir prestado del futuro, por lo que va a suponer un obstáculo para el crecimiento”, afirma el gestor. Éste advierte de que “se ha elevado el riesgo sistémico por el incremento de la deuda, la economía global es actualmente muy sensible a los cambios”.

La segunda preocupación emana de la constatación de que “el envejecimiento de la población se está acelerando por la jubilación de los babyboomers”. Spreadbury advierte que “si deja de crecer la masa laboral, será un obstáculo para el crecimiento en los próximos 20 años”.  El tercer factor es el incremento de la desigualdad; entre los efectos que traerá consigo, el experto destaca “la aparición de ineficiencias en el mercado laboral, por la permanencia de tipos muy bajos”.

Todos estos elementos llevan a una conclusión pesimista: “El bajo crecimiento, la baja inflación y el endeudamiento serán un problema en el futuro”, asevera el gestor. Éste cree que la consecuencia de este triple problema será “unas rentabilidades más bajas”. “El PIB nominal es un motor de la rentabilidad, si hay mucha deuda en el sistema, se ralentizará el crecimiento”, resume. Una reflexión en torno a esta realidad lleva no obstante a una segunda conclusión: “No creo que la presidencia de Donald Trump cambie las normas del juego. Influyen más el alto endeudamiento, la aceleración del envejecimiento y el incremento de la desigualdad. Si además Trump vira hacia el proteccionismo, dañará al crecimiento”.

Implicaciones para la renta fija

Spreadbury explica que la tasa neutral de los tipos de interés será más baja en el futuro respecto a su media histórica, en parte precisamente porque el punto de partida es más bajo que en el pasado. “Por tanto, la rentabilidad que llegue a ofrecer la renta fija también será inferior, pero creemos que aun así generará retornos positivos”, explica.

Dentro del universo, el gestor afirma que actualmente “la prima que ofrece la deuda con grado de inversión es suficiente como para compensar la iliquidez del mercado”, en el sentido de que, si se selecciona un bono corporativo con grado de inversión de alta calidad, el posible retorno puede llegar a doblar el de la deuda soberana desarrollada.

El gestor llama la atención sobre “el entorno de impagos al alza”, y muestra preocupación especialmente por los bonos con rating B y CCC “porque pueden afrontar dificultades de pago”, aunque con un matiz: “La ventaja del high yield europeo respecto al resto de la categoría es que su calidad media es superior, el 71% del mercado está calificado como BB”.

Spreadbury también tiene advertencias sobre las dificultades que están atravesando los gestores de renta fija para diversificar correctamente las carteras. Por ejemplo, afirma que el posicionamiento en baja duración “es una transacción que está abarrotada de gente”. A sus ojos, el problema esencial es que “han caído los rendimientos de los bonos, por lo que muchos están optando por invertir en high yield como solución, pero esta clase de activo está altamente correlacionada con la renta variable”. Por tanto, “si reduces duración, probablemente incrementes de forma no deseada la correlación con renta variable”, sentencia.