Los nuevos productos que anualmente se lanzan al mercado son cada vez más baratos. Su coste se ha reducido sustancialmente en la última década, tanto en lo que respecta a las comisiones de gestión como a las de éxito.
La industria de gestión de activos se aprieta el cinturón. A lo largo de los últimos diez años el sector ha reducido comisiones, una tendencia a la que no son inmunes los hedge funds, donde las comisiones también son cada vez menores. Y, en su caso, esto afecta tanto a las comisiones de gestión como a las comisiones de éxito que acostumbran a cobrar estos productos.
De acuerdo con Eurekahedge, uno de los principales proveedores de información a nivel mundial sobre hedge funds, la comisión de éxito de los nuevos productos que se lanzan al mercado ha caído casi cuatro puntos en la última década, al pasar del 18,77% al 14,8%. En lo que respecta a la comisión de gestión, ésta ha pasado del 1,68% de 2007 al 1,43% actual. Dicho de otro modo: cuando se lanza un nuevo hedge fund al mercado, su precio es de media más bajo de lo que lo era hace diez años. “La mayor competencia entre ellos, el hecho de que pugnen por gestionar un capital limitado y la presión que ejercen los nuevos hedge funds son los factores que explican esta reducción del coste”, explican desde la firma.
A esto hay que añadir el mal comportamiento registrado en términos generales por el sector en los últimos tiempos, lo que –según Philippe Ferreira, responsable de análisis de Lyxor- ha incrementado la presión sobre las comisiones en el último año. Los hedge funds de reciente creación están más dispuestos a ofrecer tarifas más reducidas a cambio de compromisos anticipados de los inversores que a las gestoras les sirve para asegurar la viabilidad a corto plazo de su negocio. En consecuencia, a los inversores que aceptan un período de bloqueo más largo de su capital y que están dispuestos a asumir el riesgo de invertir en estrategias sin track record se le aplican comisiones más bajas como recompensa por asumir esos riesgos.
Desde Eurekahedge auguran que, dada la mayor competencia que existe y la mediocre rentabilidad que ha ofrecido la industria en general, es más que probable que esta presión sobre las tarifas persista en el futuro.