Análisis de los primeros 100 días de la gestión de Javier Milei: Argentina necesita racionalidad

José Manuel Corrales

COLABORACIÓN de José Manuel Corrales Aznar, Profesor Doctor de Economía y Empresa en la Universidad Europea de Madrid.

Los primeros 100 días de la gestión de Javier Milei como presidente de Argentina han sido objeto de intensa atención, controversia y debate. Con su proclama inicial “No hay plata” ya se quería advertir que venían malos tiempos de recesión y sufrimiento. No obstante, la asunción del nuevo presidente generó expectativas y preocupaciones en igual medida, en un contexto económico ya complicado y adverso para el país. Durante este período, se han enfrentado desafíos significativos, y la población ha seguido padeciendo una inestabilidad social, política e institucional crónica.

Se han planteado críticas fundamentadas sobre la orientación económica adoptada, cuestionando su enfoque liberal extremo, la posible exacerbación de las desigualdades sociales existentes y el peligro real de bancarrota. Así se ha expresado preocupación por el impacto de las políticas impuestas en la estabilidad macroeconómica y en el bienestar de la población. A su vez, han surgido voces sobre la necesidad de políticas más inclusivas y dialogadas que aborden los problemas estructurales del país. En este sentido, se debe realizar una evaluación rigurosa y equilibrada de las acciones del gobierno en los próximos meses, considerando su impacto real en la vida de la ciudadanía.

La inflación sigue descontrolada, generando incertidumbre entre los ciudadanos

En Argentina, los severos recortes iniciales en los servicios públicos han desencadenado intensas movilizaciones encabezadas por la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE). La intención de Milei es reducir a toda costa el gasto estatal, por lo que ha impuesto el despido de decenas de miles de empleados públicos. Sectores vitales como la salud, la educación y el transporte pueden sufrir una notoria disminución en la atención y la calidad de los servicios ofrecidos. Esta situación ha generado amplia preocupación y malestar entre los ciudadanos afectados y un creciente conflicto social y laboral.

En los inicios del 2024, Argentina enfrenta una persistente inflación que sigue descontrolada. En el mes de febrero de este año la inflación se situó en el 13,2%, entre las más altas a nivel mundial. Este aumento de precios erosiona el poder adquisitivo y dificulta la planificación financiera tanto para las familias como para las pequeñas empresas. Por poner un ejemplo ilustrativo la tarifa de gas ha subido en este mes de abril hasta en un 460%, con probables nuevas subidas que se producirán a partir de mayo. La incertidumbre económica y la volatilidad de los precios crean un entorno desafiante, por ello es vital que las autoridades tomen medidas efectivas para controlar esta situación y aliviar la presión sobre los bolsillos de la población.

En los primeros 100 días de la gestión de Javier Milei, el empobrecimiento generalizado en Argentina ha intensificado una marca dolorosa en la sociedad, siendo las capas más vulnerables las más afectadas. Más de 14 millones de argentinos viven bajo el umbral de la pobreza y estas personas luchan diariamente para cubrir sus necesidades básicas: alimentación, vivienda y salud. La falta de oportunidades y la crisis económica han dejado a muchas familias en una situación desesperada, exacerbando la brecha entre ricos y pobres.

Para aquellos atrapados en la pobreza, cada día es una lucha. La inflación galopante erosiona su poder adquisitivo, y la incertidumbre laboral los mantiene en vilo. La esperanza se desvanece, y la desesperación se instala. El gobierno de Milei intenta revertir esta tendencia con recetas ultraliberales, pero las políticas económicas deben ir más allá de los números fríos y considerar su impacto humano, porque la inversión en educación, empleo y programas sociales son fundamentales para aliviar el sufrimiento de los más necesitados.

La reducción del déficit presupuestario, una piedra angular

La restricción del gasto público que ha sido una de las piedras angulares de la gestión de Milei, intenta lograr un superávit presupuestario que es en sí misma una meta loable, pero esta política no está exenta de consecuencias, que afectan directamente a la calidad de vida de muchos ciudadanos, ya que provoca recortes significativos en áreas vitales como la salud, la educación y el transporte.

La propuesta de Milei de dolarización se ha aparcado temporalmente por ser manifiestamente inviable y su apuesta por la reducción de la monetización de la economía que supone rebajar la circulación de pesos argentinos para controlar la inflación y estabilizar la moneda, no ha logrado devolver liquidez y confianza en el sistema financiero.

Los indicadores no muestran mejoría

En este primer periodo de la presidencia de Milei, los indicadores económicos y sociales han seguido una senda preocupante, partiendo ya de una situación claramente deplorable. La situación se ha agravado en varios frentes:

  • La pobreza ha aumentado, afectando a millones de argentinos. Más de 3 millones de personas se encuentran en situación de total indigencia, sin acceso a una vivienda adecuada o suficiente comida. La calle es su hogar, y la incertidumbre es su compañera constante.
  • El poder adquisitivo de la población ha disminuido. La inflación galopante ha erosionado los salarios y las pensiones, dejando a las familias con menos recursos para enfrentar los desafíos diarios.
  • La inflación sigue fuera de control y los precios de los bienes y servicios se han disparado. Esto afecta a todos los ciudadanos, desde los más vulnerables hasta la clase media.
  • La recaudación tributaria tuvo una caída interanual del 16%, en marzo de 2024.
  • Los indicadores de bienestar social han empeorado y la calidad de vida, la educación y la seguridad social están en serio riesgo. Las capas más necesitadas enfrentan dificultades cada vez mayores.

Varios retos más importantes

La economía argentina enfrenta retos significativos con un evidente deterioro social, una inflación persistente, una deuda acumulada insoportable y una incertidumbre económica preocupante. El gobierno debe buscar un equilibrio sereno de la economía que garantice la capacidad de la población para acceder a servicios básicos. El desafío por tanto radica en tomar decisiones que no comprometan la calidad de vida mientras se busca la estabilidad económica, encontrando un punto de encuentro entre la austeridad fiscal y el bienestar de la ciudadanía. El camino hacia la estabilización económica es arduo, pero el diálogo constructivo y las soluciones inclusivas son esenciales para el futuro de Argentina. El empobrecimiento de muchas familias argentinas no es solo una estadística; son vidas rotas y sueños truncados, que deberían guiar la recuperación socioeconómica por la senda de la racionalidad, la mesura y la justicia social.