Sucedió ya en Japón hace dos décadas. El economista Paul Krugman lo definió como la trampa de la liquidez (Liquidity Trap). El banco de Japón (BDJ) se tuvo que enfrentar a unos tipos de interés del 0%, baja inflación y unos tipos de interés reales altos para estimular la demanda agregada. A pesar de la flexibilización de la política monetaria del BDJ y del déficit presupuestario, la inflación se mantuvo muy baja lejos del objetivo del 2% recomendable.
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