Vemos muy probable que un futuro periodo inflacionista se prolongue más de unos meses o incluso, dadas las intervenciones masivas de los bancos centrales y la montaña de deuda de los países industrializados occidentales, durante varios años. Por esa razón creemos que en 2012 proteger las carteras contra la inflación será un gran reto para los inversores.
Existen muchos indicios de que la renta variable solo ofrece una seguridad limitada en periodos de inflación y muchos estudios han demostrado que existe una correlación más bien negativa entre la inflación y la rentabilidad del mercado de renta variable. Creemos que, además de las clases de inversiones tradicionales, los inversores pueden proteger su cartera contra la inflación utilizando CTAs seguidores de tendencias (trend-following). La prueba de ello es que estos productos han obtenido resultados muy positivos en anteriores periodos de inflación al poder sacar provecho de las tendencias de los precios generadas por estos entornos.
En vista de la política monetaria expansiva de muchos países G7, los inversores harían bien en prepararse para un periodo de inflación, ya que se ha demostrado que el mercado de valores rara vez se aprecia en esos periodos. Los activos gestionados pasivamente son los más afectados por el riesgo de destrucción del valor. Los inversores deben sopesar si una estrategia de negociación activa ofrecería protección en caso de inflación, y qué estrategia activa de rotación de activos sería la más beneficiada por las tendencias de los precios puestas en marcha por la inflación.
La debilidad de los rendimientos de la renta variable en periodos de inflación elevada se debe a varias causas. Por una parte, es difícil trasladar a los consumidores los precios crecientes de las materias primas utilizadas en la producción, ya que los clientes son muy sensibles a las subidas de precios en periodos de inflación y rápidamente encontrarán productos sustitutivos. Por otra parte, existe la presión de los tipos de interés. Al fin y al cabo, la inflación siempre debe combatirse con tipos de interés crecientes. La prevalencia de unos tipos de interés altos conduce a un éxodo desde la renta variable a los bonos, con el resultado de correcciones sustanciales en el mercado de renta variable.
Así pues, se persiguen las estrategias más favorecidas por tendencias sólidas de los precios. Entre ellas figuran los Commodity Trading Advisers (CTA), también conocidos como futuros gestionados. Son fondos de inversión que sistemáticamente generan rendimientos de las tendencias de los precios y, por este motivo, también se denominan seguidores de tendencias. El objetivo de la estrategia es invertir pronto y sistemáticamente en tendencias de precios para reducir el riesgo de movimientos aleatorios del mercado. En la actualidad existen hasta 200 contratos de futuros diferentes negociados en los mercados que permiten operar a los CTA en los principales sectores, como renta variable, bonos, divisas y materias primas.
Con esta diversificación tan amplia, siempre existen nuevas tendencias de precios hacia las que el capital puede trasladarse con el objetivo de obtener rentabilidad. Las tendencias se activan si la economía sufre cambios fundamentales significativos, como la inflación. Los precios de los mercados financieros buscan entonces nuevos niveles de precios representativos. Un ejemplo es cuando la inflación doméstica reduce el valor de la divisa del país afectado, provocando una caída del tipo de cambio de esa moneda que, a continuación, encuentra un nuevo equilibrio en una tendencia bajista. Esta forma de establecer un precio se demuestra en una tendencia de negociación estadísticamente reconocible y que se puede rentabilizar.
La inflación no solo activa tendencias en las divisas, sino también en los tipos de interés y los metales preciosos, por ejemplo. Durante los años 70, cuando la inflación alcanzó por última vez sus niveles más altos, la renta variable sufrió especialmente. Entre 1965 y 1979 la renta variable no solo se mantuvo estancada en el mismo nivel, sino que también privó de oportunidades a los inversores en renta variable pues, por aquel entonces, los bonos a tipo de interés fijo pagaban hasta un 10% anual debido a la inflación. Los CTA no prevén tendencias, sino que siguen un precio con la expectativa de que desarrollará una tendencia. En caso contrario, se activan órdenes de limitación de pérdidas (stop-loss) y de ahí su nombre de "seguidores de tendencias". Como algunos de los numerosos mercados a nivel global experimentan tendencias de precios la mayoría de los años, los CTA pueden conseguir unos ingresos sorprendentemente constantes y recurrentes.
Los CTA normalmente generan los mayores rendimientos en periodos de crisis y sobre todo durante las correcciones del mercado de renta variable. Esto se debe a su capacidad para comprar y vender futuros. Una venta (en corto) también puede beneficiarse en la misma medida de unos precios descendentes. La capacidad de vender índices de renta variable y comprar futuros de bonos durante las crisis del mercado es uno de los principales motivos por los que los CTA exhiben correlaciones negativas con los precios descendentes de la renta variable en mercados bajistas y son los más rentables. Por ello, este tipo de instrumento de inversión es un añadido valioso para las carteras, no solo en periodos normales, sino sobre todo en periodos de crisis.