En este artículo, Carlos Fernández, cofundador de Tritemius, firma especializada en dar impulso al emprendimiento e innovación empresarial a través de la generación de nuevos negocios en torno a los criptoactivos y Web3, analiza las vías que tiene el inversor americano para ganar exposición al bitcoin y los efectos que podría tener sobre el activo el visto bueno del regulador estadounidense.
Artículo de Carlos Fernández, cofundador de Tritemius, firma especializada en dar impulso al emprendimiento e innovación empresarial a través de la generación de nuevos negocios en torno a los criptoactivos y Web3.
En Estados Unidos, los ETF son un instrumento muy utilizado para acceder a los mercados financieros por parte de los inversores. Los vehículos que se han aprobado son ETF de réplica física, lo que significa que el fondo invierte directamente en el activo o activos cuyos resultados pretenden replicar, en este caso bitcoins. Esto ha supuesto un cambio significativo respecto a las oportunidades que existían para el inversor en Estados Unidos, puesto que hasta ahora no se había autorizado ningún ETF que pudiese invertir directamente en bitcoin.
Hasta ahora, los inversores habían seguido distintos caminos para poder adquirir exposición más o menos ajustada a la evolución del bitcoin. Por un lado, existían ETF que permitían la exposición indirecta, por medio de la inversión en futuros de bitcoin. Estos productos financieros habían sido admitidos a cotización en los mercados de derivados de Chicago, y por tanto un ETF podía invertir en los futuros para obtener exposición indirecta a bitcoin. El problema con esa solución es que la réplica no es perfecta e introduce además efectos potencialmente indeseados derivados de la necesidad de estar renovando esos contratos y su impacto en los costes del producto.
Productos financieros para ganar exposición a bitcoin
Por otro lado, existían distintas formas de acceder a la exposición a bitcoin con otros productos financieros. Los fondos cerrados, como el trust de Grayscale, que cotizan a través de la emisión de acciones y en su balance invierten en bitcoins. La diferencia entre los fondos cerrados y los fondos más tradicionales es que estos últimos crean o destruyen participaciones en función de que los inversores adquieran participaciones o las vendan. Sin embargo, en un fondo cerrado, cuando los inversores compran o venden lo que se producen son cambios en los precios de la acción en función de su demanda u oferta.
Eso hace que el valor del patrimonio en bitcoins del fondo se pueda separar de su cotización en el mercado. Algo que se conoce normalmente como el descuento frente al valor neto de los activos. En situaciones de incertidumbre el descuento se hacía tan grande que suponía una pérdida de eficacia como instrumento de réplica.
Otra de las formas de exposición, todavía más exótica, era la compra de acciones en compañías cotizadas con exposición a bitcoin, como el conocido caso de MicroStrategy o la exposición a alguna de las compañías de bitcoin que cotizan en Estados Unidos. En este último caso, el problema de la réplica se parece más al que nos encontramos en la industria tradicional entre las empresas productoras de materias primas y el precio de las propias materias primas. Desde luego, existe una relación, pero no hay una correlación perfecta. Y las fluctuaciones pueden además diferir en intensidad (riesgo diferente).
Efectos de la aprobación del ETF de bitcoin
La postura que, en general, se comparte en el mercado es que la aprobación de los ETF significa el pistoletazo de salida a la adopción institucional de bitcoin y por tanto se esperan importantes entradas de flujos de fondos en el activo.
La generalización en la asignación de una porción de la cartera de los inversores a esta clase de activo, que de forma estructural podría llevarse a porcentajes de entre el 1% al 3% dependiendo de los perfiles de riesgo, implicaría obviamente una demanda muy significativa de bitcoins que se enfrenta a un activo que se diseñó para ser escaso. Por tanto, la adopción de bitcoin implicará probablemente subidas en su precio a medio plazo.
A corto plazo el escenario es más complejo. En abril se produce el famoso "halving “que se da cada cuatro años y que implica la reducción a la mitad de las recompensas de minado. Esto en el pasado ha significado siempre subidas de precio de bitcoin en los meses posteriores, pero obviamente, rentabilidades pasadas no implican rentabilidades futuras y no hay ninguna garantía de que esto vaya a ser así.