Una transición sin vuelta atrás

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Firma: FundsPeople.

TRIBUNA de Ana Claver Gaviña, CFA, directora gerente para Iberia, U.S. Offshore y Latam, Robeco, y presidenta del Comité de Sostenibilidad, CFA Society Spain. Comentario patrocinado por Robeco.

El mundo de la transición energética se encuentra en un ámbito complejo. Es un problema inicialmente generado, y probablemente en camino de solucionarse, por unas generaciones que no sufrirán tan profundamente el impacto como las siguientes, además de ser un problema global que necesita también de una solución global, rodeado de grandes asimetrías en sus responsabilidades y consecuencias.

Países desarrollados, y otros en vías de serlo, vivimos en un mismo planeta, pero en tiempos y con necesidades diferentes: Europa busca la descarbonización; Asia, el crecimiento responsable. Occidente es responsable de las emisiones acumuladas, pero es también artífice de la innovación tecnológica y tiene la capacidad de financiación para tratar de resolverlo, algo nada baladí por su envergadura, al hablar de alcanzar los cuatro billones de dólares anuales de gasto en esta década.

Según la Encuesta Global del Clima 2023 de Robeco, la proporción de inversores que se han comprometido con el Cero Neto, o que están en proceso, se ha incrementado del 45% en 2022, al 48% en 2023. Sin embargo, mientras que un 55% de los inversores comprenden el gran impacto material de sus inversiones sobre las emisiones de carbono, pocos han dado el paso de trabajar con el alcance 3 (scope 3) de estas emisiones, o de retirar su capital de ciertas inversiones muy intensivas en carbono.

Y cuando hablamos de mayor concienciación, ya no lo hacemos de manera teórica, ni únicamente refiriéndonos a la aceptación casi generalizada en la necesidad de la transición energética. También observamos que otros aspectos como la biodiversidad, algo que hace unos años pocas personas relacionaban con el éxito o fracaso de las inversiones, escalan posiciones en el foco de los inversores. Resulta ilustrativo cómo en la encuesta de este año, Robeco ha detectado que cerca del 47% de los inversores consideran que la pérdida de biodiversidad es una amenaza de la misma envergadura que el cambio climático, cuando hace dos años sólo un 21% situaba la biodiversidad como factor significativo.

Otro ejemplo que nos permite entender el esfuerzo que se está realizando para continuar adelante con la transición energética de una manera lo más acertada posible, donde todos estemos incluidos, es la llamada Transición Justa, que preocupa al inversor de igual manera que lo hace la mayor importancia de los aspectos sociales. La Transición es una solución a un problema global donde resulta necesario acelerar el ritmo, porque de seguir con las políticas actuales marcadas por los países superaríamos los límites señalados en el Acuerdo de París. Aunque inicialmente con un objetivo no por todos compartido, el de tratar de salvar el planeta, ahora se empiezan a comprender las ventajas de las energías renovables en su faceta de facilitador de la independencia energética.

Hoy en día, las soluciones de inversión que tratan con acierto de luchar contra el cambio climático necesitan trabajar con modelos que requieren de mucha investigación y análisis, algo en lo que llevamos décadas trabajando en Robeco. En función de en qué etapa se encuentre el inversor, se puede aplicar a las inversiones la exclusión, el voto y la interacción con la empresa, o el acceso a carteras en descarbonización o de índices climáticos.

El cambio climático continúa siendo un verdadero desafío, envueltos en una tensión geopolítica creciente, la fuerte regulación en Europa, los contrastes en EE.UU., y la falta muchas veces de datos o históricos adecuados. En algunos lugares de EE.UU. la inversión ASG corre el riesgo de ser empleada políticamente más que como la manera de invertir teniendo en cuenta las implicaciones financieras de los riesgos ambientales, sociales y de gobernanza. Nada es sencillo, nadie prometió que el camino a la transición energética no supusiera esfuerzos económicos y sociales, y más en el momento complicado en que vivimos, y que definía la directora gerente del World Economic Forum en su último informe anual de riesgos, con la palabra 'policrisis'.

Pensamos que la crisis económica global tras la pandemia, iniciada por problemas en la cadena de suministro y posteriormente la invasión de Ucrania, ha supuesto únicamente un bache en el camino de la transición energética. La coyuntura ha supuesto que el fuerte crecimiento de los precios de la energía significara la revisión oportunista de algunos inversores de su enfoque ASG, colocando su capital en compañías petroleras tratando evitar las pérdidas a corto plazo. Sin embargo, esto no quiere decir que los inversores vayan a cambiar sus planes de largo plazo, ya que para más de la mitad de los inversores de la última encuesta llevada a cabo por Robeco, la crisis energética ha reforzado la importancia de cambiar a una economía de bajo carbono basada en energía renovable, y sólo el 25% indica haber parado o disminuido la descarbonización en sus carteras.

Pese a esto, comprobamos que los inversores siguen confiando y dando pasos adelante. Como recordaba el director de la Cátedra Robeco en Sostenibilidad y Recursos Primarios, citando durante su inauguración a Isaiah Berlin: "Lo que distingue al civilizado del bárbaro es que está dispuesto a sacrificarse por valores en los que no cree del todo". La situación actual y cómo nos enfrentemos a ella nos definirá, atendamos en dónde se posiciona cada cual.