Resulta increíble los efectos que pueden llegar a tener los medios de comunicación en la evolución de los mercados y también en el propio comportamiento de los gestores.
Si en algo coinciden la mayoría de los gestores es en su interés por compañías sólidas, dirigidas por buenos equipos directivos, con barreras de entrada, capacidad de fijación de precios, buenos productos difícilmente imitables… ¿Cuántas veces hemos escuchado a los gestores decir esto? Estos son rasgos característicos que dicen buscar la mayoría de los profesionales a la hora de bucear en el universo de activos que tienen a su disposición. Es difícil encontrar a gestores que aseguren estar interesados en lo contrario. Todos dicen buscar lo mismo. Es a la hora de identificar las oportunidades donde surgen las discrepancias y donde se demuestra quién estaba en lo cierto y quién no, quién ha tenido éxito con la compra de un activo y quién, por el contrario, se ha equivocado y debe rectificar.
A veces, los errores no son del todo achacables al gestor. En ocasiones se destapan escándalos en las compañías que, como mínimo, son antojan muy difíciles de anticipar (como sucedió con la falsificación de las cuentas de Gowex) o incluso imposibles de prever (como fue el caso de las emisiones de Volkswagen). Las consecuencias en casos como estos son automáticas: estampida de accionistas y bonistas. Es lógico que los inversores (incluso los más cualificados) que posean un título o una emisión de una compañía en problemas y en las portadas de los periódicos traten de deshacerse rápidamente de la posición. Es un movimiento que parece casi un acto reflejo, pero que no solo responde a criterios puramente de análisis fundamental. Detrás de esta venta forzada existen otra serie de factores que empujan al gestor a vender.
“Cuando se produce una situación de este tipo en una empresa que tienes en cartera, entran en juego distintos factores. Uno de ellos es el de los medios de comunicación. Se produce un efecto en cadena. Los periodistas preparan artículos sobre qué fondos tienen una mayor exposición a ese valor. Empiezas a recibir muchas llamadas suyas preguntándote por tu posición en la compañía. Esto da lugar a que comiences a aparecer en los titulares de algunas cabeceras, lo que a su vez provoca que tu jefe se ponga nervioso y tú termines sintiendo la presión. Al final, lo mejor es vender lo antes posible la acción o el bono, aunque ello suponga hacerlo con un importante descuento. Te quitas el problema y acaba siendo la mejor salida a esta situación”, reconoce a Funds People el gestor de un conocidísimo fondo de inversión.
Deshacerse de la posición tendría, además, la ventaja de evitar caer en un sesgo conductual con el que habitualmente tropiezan los gestores. Según explica Gonzalo Algorri, profesor del IEB y socio director de Algorri Consultores, uno de los errores más habituales comenten los gestores es mantener en cartera valores que registran fuertes pérdidas. “Esto es muy habitual en los gestores de sicavs que muestran regularmente la cartera a sus clientes. El dolor ante las pérdidas es tan fuerte que el valor sigue en la cartera haciéndole sufrir al accionista de la sicav. Todos los gestores cometen errores y, cuando esto sucede, lo mejor es cerrar un mal episodio. Mentalmente, cuando vendes, pones punto y final a ese capítulo. Los inversores dejan de sufrir con la pérdida. Los gestores deben ser muy conscientes de esto”.
¿Comprar o no comprar?
Vender o no vender es el dilema al que generalmente se enfrenta el gestor que se ha visto atrapado por una situación de este tipo. Para el que está en liquidez, en cambio, la disyuntiva es justo la contraria: ¿comprar o no comprar? En este caso, cuando se produce una crisis en una compañía, el efecto amplificador que ejercen los medios de comunicación puede suponer la ventaja de comprar un activo a precios muy atractivos. “Si no estoy invertido en la deuda de un determinado país europeo y en periódicos, radios y televisiones americanas se empieza a hablar insistentemente de su insostenibilidad y del riesgo de default que entraña, se genera un efecto de bola de nieve que empuja a muchos inversores a deshacer posiciones en ese mercado. Para el gestor que está fuera y considera que la realidad es bien distinta es fantástico porque puede entrar a precios mucho más interesantes”, asegura Paul Read, gestor de Invesco.
Lo dice un gestor que cosechó con esta estrategia de estar agazapado esperando la oportunidad rentabilidades extraordinarias, como sucedió cuando las tires de la deuda financiera se disparó en 2012, lo que en 2011 le permitió entrar a precios muy razonables y registrar rentabilidades un año después del 12,4% y del 9,3%, con el con el Invesco Pan European High Income y el Invesco Euro Corporate Bond, respectivamente. A veces para los gestores el ruido significa buenos puntos de entrada, es decir, oportunidades. Lo interesante es que, cuando esto ocurre, la oportunidad no solo surge en ese mercado, sino que también en otros adyacentes.
“Una crisis de deuda en Grecia, Portugal o Irlanda al final termina por afectar a España e Italia, aunque no sea en la misma proporción, lo cual te permite comprar más barato activos de mayor calidad. Esto lo hemos visto ya en el pasado, cuando las tires de los bonos españoles llegaron a alcanzar el 7%. Lo mismo ocurre en el mercado de crédito. Una crisis en high yield acaba contagiando en mayor o menor medida a las emisiones con grado de inversión”, señala Read.
La conclusión parece clara: si se destapa un escándalo en una empresa que tienes en cartera, piensa en venderla antes de que empiecen a preguntarte los periodistas y de que el jefe se ponga nervioso por las consecuencias de aparecer en las portadas de los medios de comunicación. Y, si no estás en ella pero consideras que es una buena oportunidad, piensa en comprarla porque, en un entorno de mercado en el que la renta variable ha corrido mucho y los tipos en renta fija apuntan al alza, las oportunidades escasean.