Un tercio de los activos de fondos de pensiones está ya invertido en ETF y otras estrategias de gestión pasiva. Un estudio de DWS analiza las principales tendencias de inversión.
Los fondos de pensiones están viviendo un momento que está desafiando de muchas maneras sus planteamientos de inversión para el largo plazo. DWS ha identificado dos grandes aspectos financieros que están influenciando las decisiones sobre asignación de activos de estos vehículos de inversión: edad (la generación de los baby boomers está empezando a jubilarse) y un menor apetito por el riesgo, a favor de la preservación del capital. La gestora alemana ha encargado a la consultora CREATE-Research un estudio en el que analiza las necesidades de inversión de fondos de pensiones y cómo están dividendo sus inversiones entre gestión activa y gestión pasiva.
La muestra del estudio se compone de 153 fondos de pensiones de 25 países, con un patrimonio conjunto de 2,9 billones de euros. Las tres principales conclusiones se exponen a continuación.
Consolidación de la gestión pasiva
La primera constatación del estudio es que los fondos pasivos se han hecho un hueco importante en las carteras de los fondos de pensiones: el 66% de encuestados ve a los fondos indexados como una parte madura de su cartera, mientras que otro 15% está en la fase de implementación. Las asignaciones vía gestión pasiva se han implementado a través de tres vehículos: fondos indexados tradicionales (48% de la muestra), cuentas segregadas (38%) y ETF (23%).
¿Qué factores están detrás de la popularización de estos instrumento?. Un 61% de encuestados afirmó que los fondos pasivos proporcionan una opción de bajo coste en un entorno de rendimientos bajos, mientras que un 48% cree que los fondos indexados pueden ayudar a mejorar las asignaciones a estrategias satélite, estableciendo una separación clara entre alfa y beta y sus comisiones respectivas. Otro 41% afirmó que la gestión pasiva, junto con la activa, puede ayudar a crear una cartera equilibrada. Además, un 25% de encuestados afirmaron que la gestión pasiva es un vehículo ideal para la diversificación global de activos, por lo que permite a los inversores capitalizar las dinámicas favorables de crecimiento de ciertos países o temáticas de inversión.
Desde la firma concluyen que el alza de la gestión pasiva responde a un importante cambio de percepción: “En el pasado, la diversificación tenía que ver primordialmente con la minimización del riesgo. Ahora también tiene que ver con la maximización de retornos”. Por tanto, consideran que la mezcla de estrategias activas y pasivas “permite una inversión dinámica que mezcla diversos estilos en diferentes fases del mercado para extraer prima de riesgo”.
Según el estudio, el segundo factor que explica el auge de la gestión pasiva ha sido el hecho de que se hayan producido dos grandes crisis desde inicios del siglo (burbuja puntocom y quiebra de Lehman Brothers), junto con las rondas de estímulos de los bancos centrales. El resultado ha sido un mercado con extraordinarios desafíos que ha puesto a prueba a la gestión activa. “Estos acontecimientos macro han favorecido a la gestión pasiva, al obligar a los fondos de pensiones a explorar nuevas maneras de invertir en el entorno surreal de los tipos de interés cero”, concluyen desde DWS.
Gestión activa y pasiva, yin y yang
Según DWS, la gestión pasiva acapara un 25% de todos los activos de inversión a nivel global, pero supone prácticamente el 50% de todo el volumen diario de negociación. Un tercio de los activos de fondos de pensiones están invertidos actualmente en instrumentos pasivos, una tasa que prácticamente se ha doblado desde 2008. No obstante, los flujos no han sido uniformes, pues han oscilado por estilos y momentos de mercado.
Como consecuencia, el 66% de encuestados percibe la gestión pasiva como una manera de comprar los ganadores del ayer e inflar las valoraciones de todas las acciones por igual, desconectándolas de sus fundamentales y volviendo a los índices ineficientes en términos de información en el largo plazo. Otro 52% de encuestados cree que la gestión pasiva podría desestabilizar potencialmente a los mercados y minar su diversificación, al distorsionar el efecto comprador y vendedor, mientras que un 42% de la muestra ha indicado directamente que los instrumentos de gestión pasiva tienden a dispararse o desplomarse con más frecuencia cuando se produce un fuerte momento de precios en ambas direcciones.
Sin embargo, desde la gestora creen que la relación entre gestión activa y pasiva no es radicalmente opuesta, sino complementaria: “Las empresas presentes en un índice atraen dinero nuevo gracias a su inclusión debido a su tamaño y no necesariamente por su valor intrínseco. Por consiguiente, a medida que fluya más dinero hacia la gestión pasiva, la prima sube, volviendo a los mercados más ineficientes. Esto permite a los gestores activos comprar acciones infravaloradas y vencer las sobrevaloradas. El resultado es una eficiencia mayor que ayuda a los pasivos”, concluyen.
En esta línea, el 60% de encuestados afirmó que gestión activa y pasiva pueden coexistir en una cartera diversificada. Un 42% cree que la gestión pasiva se convertirá en un componente permanente de sus carteras de inversión, mientras que sólo un 10% cree que la gestión pasiva reemplazará por completo a la gestión activa.
3. Reequilibrio core- satélite
“Como las marcas digitales, los pasivos seguirán beneficiándose del efecto red, según el cual se percibe que un producto tiene más valor por cuanta más gente lo utiliza”, explican desde la gestora. Este efecto red también está cambiando las dinámicas de la industria: a medida que crece el número de ETF, también lo hace la innovación, para acceder a nuevas exposiciones, y esta evolución está contribuyendo a cambiar los equilibrios en el modelo tradicional de exposiciones core y satélite.
En este sentido, el 48% de encuestados ha afirmado que quiere ver en el futuro mejorías en el modelo de comisiones, ya que el incremento del volumen de negociación de ETF ayuda a generar economías de escala. “Esta observación se aplica especialmente al smart beta, cuyas comisiones se encuentran a medio camino entre la gestión puramente pasiva y la activa”, indican desde la gestora.
Por otra parte, un 47% de encuestados quiere ver mejorías en la ecuación de rentabilidad/riesgo de todas las estrategias factoriales, especialmente en el descubrimiento, elección, planificación temporal y ponderación de los factores a lo largo de las distintas fases del ciclo. Finalmente, a un 39% le gustaría ver mejorías en las estrategias multiactivos.