Dominic Rossi, director global de inversiones del área de renta variable de Fidelity, explica las implicaciones que tendrá para el crecimiento, los tipos y el dólar el programa de gasto prometido por Donald Trump.
Los mercados financieros están poniendo el foco claramente en las implicaciones de la administración Trump para el crecimiento. De hecho, este énfasis en el crecimiento y sus posibles efectos inflacionistas probablemente marquen la pauta en los mercados en 2017 e instauren una mentalidad reflacionista entre los inversores. En Fidelity se muestran convencidos de que la clave en los mercados el próximo año estará en el crecimiento económico. “Obviamente, habrá picos ocasionales de volatilidad a medida que el mundo se adapta a las veleidades del Trump presidente de Estados Unidos, pero probablemente sean interrupciones breves dentro de una tendencia de crecimiento en desarrollo que podría marcar el tono de los mercados y la economía durante varios años”, afirma Dominic Rossi, director global de inversiones del área de renta variable de la gestora.
A la hora de hablar de crecimiento, no cabe ninguna duda de la importancia de la expansión del gasto público en Estados Unidos, expansión que -según Rossi- tendrá varias implicaciones importantes. En este sentido, el experto señala tres:
La primera de ellas es que el crecimiento económico estadounidense cobrará impulso, sobre todo si se tiene en cuenta que el gasto público ha sido una rémora para el PIB del país en fechas recientes. “En concreto, podríamos ver un importante salto de los beneficios empresariales en EE.UU. por el efecto combinado de la rebaja del impuesto de sociedades y la amnistía parcial para los beneficios repatriados”.
En segundo lugar, el atracón de ahorro en todo el mundo, que ha tirado a la baja con fuerza de los tipos de interés reales y los rendimientos de los bonos durante años, comenzará a reducirse, ya que el programa de gasto de Trump absorberá un porcentaje mayor del capital ahorrado. “Eso significa que veremos un aumento del tipo de interés real, que actualmente es negativo. Lo anterior contribuiría de forma efectiva a un endurecimiento monetario y quita algo de presión a la Reserva Federal para subir los tipos nominales”.
En tercer lugar, el mayor dinamismo del crecimiento y la política monetaria más restrictiva probablemente tiren al alza del dólar, pero únicamente a corto-medio plazo. “A más largo plazo, la moneda estadounidense sufrirá presiones si la ampliación del déficit público terminara siendo un problema o si viéramos un deterioro sustancial del déficit comercial, debido a un mayor volumen de importaciones. De hecho, esto último podría interpretarse como un fracaso del eslogan America First (EE.UU. primero) de Trump, por el que se comprometió antes de las elecciones a repatriar eslabones de la cadena de valor internacional de las manufacturas que en el pasado se habían deslocalizado a Asia. Existe el peligro real de que volvamos a un mundo de déficit doble”.