Tras un aciago 2022, las oportunidades han vuelto al mercado de renta fija. Varios expertos en este activo debaten, en un desayuno organizado por FundsPeople el pasado 15 de marzo y patrocinado por Carmignac, cuáles son las mejores opciones de inversión, también en función del tipo de inversor, en un año lleno de incertidumbres en el que la gestión activa será clave.
La renta fija regresa a las carteras: estas son las mayores oportunidades (también por tipo de inversor)
“El año pasado, los tipos de interés estaban a cero y ya no. Es una buena noticia para los inversores de renta fija porque ha vuelto la rentabilidad, ausente durante años, a una clase de activo que es más estable”, resume Lola Rodríguez, gestora de Inversiones de Santander Private Banking Gestión, para quien el principal reto ahora es la construcción de la cartera en un entorno de gran incertidumbre, en el que las expectativas de tipos pueden dar un giro de 180 grados, como ha pasado tras la reciente caída de Silicon Valley Bank (SVB).
En este contexto lleno de incógnitas, Rodríguez apuesta por duraciones cortas de 1-3 años, pero sin perder de vista las oportunidades que puedan surgir en la inversión de activos con tipos de interés más altos.
“Los bonos high yield ofrecen una Tir del entorno del 7% en Europa y, aunque su compra puede ser una oportunidad, siempre y cuando el inversor sea congruente con las expectativas negativas existentes, hay que construir la cartera diversificando mucho y evitando sobreponderar los activos de mayor riesgo porque nos dirigimos a un escenario de desaceleración o recesión, en el que los márgenes empresariales pueden caer y los spreads corporativos, aumentar”, explica.
Otra de las cuestiones que plantea Rodríguez es que el posible incremento de las necesidades de financiación de los Estados, sumado a que los dos bancos centrales continúen con su programa de bajar el volumen de compra de activos, inundaría el mercado de más papel “y esto provocaría que las rentabilidades suban, a no ser que entren nuevos inversores que actúen como catalizadores para que las curvas de tipos se queden más estables”.
Por otro lado, no cree que haya llegado aún el momento de sobreponderar la renta fija emergente por las múltiples tensiones en el ámbito geopolítico, que está lleno de incógnitas; el carry del activo puede que no compensen el movimiento de precios.
1/5Javier Navarro, gestor de Fondos de Renta Fija en Abante Asesores, destaca como, tras el “reseteo” de 2022 —que fue un año crítico para los inversores con perfil conservador—, el panorama ha cambiado completamente tras la subida de tipos y se ha abierto un gran abanico de opciones que ya ofrecen retornos interesantes.
En este sentido, Navarro apuesta por la deuda de gobiernos a 1-3 años y, a partir de ahí, estructurar la cartera añadiendo capas de riesgo.
“En líneas generales, vemos más valor en las duraciones relativamente prudentes y en la deuda investment grade a 1-3 años, que ofrece una atractiva yield y que supone, además, un plus sobre las Letras. Preferimos ser prudentes con el hield yield ante una posible ampliación de spreads de crédito por el tensionamiento de la economía, si bien merecería más la pena coger riesgo a través de estos activos que por la parte de equity”, expone.
En cualquier caso, el gestor de Fondos de Renta Fija en Abante Asesores advierte de que las tesis de inversión pueden cambiar dado el entorno de gran incertidumbre, tras el fuerte ensanchamiento de los diferenciales que ha provocado la tormenta bancaria que se ha dado en algunos sectores y que tal vez haya sido una sobrerreacción del mercado.
2/5Jorge Velasco, director de Estrategia de Inversión y Sostenibilidad en CaixaBank Banca Privada, coincide en las oportunidades que ofrece ya la renta fija, cuyo peso en cartera y la apuesta por sus distintos segmentos debe variar en función del perfil de riesgo del inversor. Si bien defiende que tiene sentido en todos los portfolios, como ha quedado demostrado recientemente tras el colapso del banco californiano, al actuar como refugio y contrapeso.
“La subida de tipos ha devuelto a este activo su tradicional papel diversificador. Hay que construir carteras de renta fija con un buen equilibro entre deuda de gobiernos e investment grade, pero gestionando muy bien los riesgos. Sobre el high yield somos un poco más precavidos”, señala.
Por un lado, Velasco considera que hay que alejarse de los temores sobre un posible contagio sistémico tras la quiebra de SVB, un banco regional muy concreto; y de unos bancos que, por una desregulación llevada a cabo en 2018 por parte de las autoridades americanas por considerarlos de tamaño no sistémico, ofrecen menos controles que los existentes en Europa, donde las entidades financieras cuentan con un core capital elevado y están sometidas a una regulación más estricta.
Sin embargo, por otro lado, el directivo de Caixabank Banca Privada recomienda tener presente que seguimos inmersos en uno de los procesos de normalización monetaria más acelerados de la historia, con subidas verticales del precio del dinero y reducción de los balances de los bancos centrales, que drenan la liquidez del sistema, un factor que no debe pasar desapercibido a la hora de gestionar los riesgos.
3/5Por su parte, Raquel Blázquez, directora de Inversiones de Ibercaja Banca Privada, analiza las oportunidades que ofrece ya la renta fija a tres tipologías de inversores en función de sus perfiles de riesgo: conservadores, moderados y arriesgados.
En el caso de los primeros, que fueron los que sufrieron más el año pasado, Blázquez cree que los fondos de rentabilidad objetivo son una buena opción porque, aunque no sean vehículos de rentabilidad garantizada, sí proporcionan visibilidad y la certidumbre que buscan ahora. Por activos, apuesta por la deuda soberana, que ya aporta valor; y por el crédito a corto plazo, de entre 12-15 meses.
“Para un inversor moderado nos centraríamos más en crédito investment grade, donde estamos más positivos, alargando la duración, hacia el tramo de los 1-3 años. Para aquellos con un perfil más agresivo, decidido o audaz, mantendríamos el posicionamiento en este segmento, abriendo la puerta a extender la duración, pero también incluiríamos una parte de high yield de elevada calidad, con un rating medio de BB o BB+, siendo muy cuidadosos en la selección de activos. Incluso deuda emergente, dando un enfoque algo más global y flexible”, añade.
4/5Aunque la gestión activa siga siendo clave, Alfonso Sánchez, Business Develpment Director de Carmignac, hace hincapié en el cambio radical que se ha producido en el universo de opciones de la renta fija tras la traumática corrección de 2022. “Antes, la obtención de un poco de rentabilidad exigía aguzar el ingenio y una gestión muy dinámica, pero ahora ya tenemos tipos reales positivos por primera vez desde 2007”, indica.
En este marco, Sánchez defiende que prácticamente todos los activos de renta fija ofrecen opciones muy atractivas. “Creemos que nos encontramos ante una oportunidad histórica”, sostiene.
“Ahora podríamos construir una cartera con un plazo de cinco años, bien diversificada con deuda soberana, cuyos tipos nominales ofrecen una prima de entre 50 y 100 puntos básicos sobre el cash; con crédito, tanto investment grade, como high yield; e, incluso con emergentes, un tipo de activo que ya no nos parece tan arriesgado. Este portfolio tendría una Tir media de entre el 6 y el 8%, una rentabilidad que mira a la cara al equity”, asegura.
En el caso de la renta fija emergentes, estima que hay múltiples opciones, como México, Brasil y Europa del Este, países —estos últimos— cuyas primas de riesgo se han disparado por estar en primera línea del conflicto en Ucrania, pero que ofrecen una oportunidad muy interesante en términos de rentabilidad-riesgo.
“Hablamos de países que cuentan con ratings propios de países del mundo desarrollado, con buenos fundamentales macro: bajos niveles de deuda/PIB e inflación controlada. Brasil y México empezaron a subir tipos en 2021 y probablemente están esperando a sentirse más cómodos, cuando la Fed alcance su terminal rate, para empezar a bajarlos”, argumenta.
No obstante, insiste en la gestión activa de la duración y el riesgo en las carteras, en un entorno muy cambiante como el actual: “Esto no será un camino de rosas, habrá volatilidad como consecuencia del drenaje de liquidez de los bancos centrales, de las incertidumbres geopolíticas que continúan encima de la mesa y porque el endurecimiento monetario probablemente desemboque en una recesión o una ralentización fuerte del crecimiento”.
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