Esto es lo que se dijo en la mesa redonda organizada por FundsPeople a propósito de la presentación del libro Invertir con Impacto: 12 fondos artículo 9 publicado por FundsPeople y editado por María Folqué, directora de Sostenibilidad en FundsPeople y Montse Formoso, responsable de Inversión Alternativa.
Históricamente, el binomio rentabilidad-riesgo ha sido el concepto fundamental en el se ha basado el mundo de las inversiones. Hoy, ese tándem se ha convertido en un trinomio, al habérsele unido el impacto, un concepto recogido en el artículo 9 de la SFDR en el que se encuadran los 12 fondos de inversión que se recogen en el libro Invertir con Impacto: 12 fondos artículo 9 publicado por FundsPeople y editado por María Folqué, directora de Sostenibilidad en FundsPeople y Montserrat Formoso, responsable de Inversión Alternativa.
Sobre este concepto han debatido en una mesa redonda Martina Álvarez, directora de Ventas para Iberia de Janus Henderson Investors; Christian Rouquerol, director de Ventas de Tikehau Capital para Iberia; Bruno Ruiz de Velasco, ventas senior en Natixis Investment Managers; Miguel Luzárraga, responsable de AllianceBernstein para Iberia; Raúl Fernández, director de Distribución de Amundi Iberia, y Ramón Esteruelas, especialista senior de Inversiones de Renta Variable Global y Temáticos en BNP Paribas AM.
Si hay algo que los ponentes dejaron claro es que la inversión sostenible no drena rentabilidad. “El creer lo contrario es un mito”, asevera categórico Ramón Esteruelas. “Son muchos los estudios que han demostrado que invertir con criterios ASG no es un enemigo de la rentabilidad. Es justo al revés. Hacerlo supone incluir en el análisis aspectos no financieros que te ayudan a entender mejor el riesgo y a reducir la probabilidad de elegir a la compañía errónea”, subraya.
El experto, quien se muestra convencido de que en el futuro se dejarán de utilizar términos como ISR, ESG o best in class para referirse a esta filosofía de inversión, asegura que lo verdaderamente relevante es ser capaz de medir el impacto. “Ahí es donde radica la dificultad, ya que son datos difíciles de cuantificar”.
Esto es muy importante ya que, tal y como indica Bruno Ruiz de Velasco, “para que alguien pueda considerarse un inversor de impacto, tienen que concurrir tres circunstancias: que exista intencionalidad, adicionalidad y mensurabilidad, esto es, el ser capaces de medir la inversión tanto en la parte medioambiental, social como de buen gobierno. En este sentido, el experto considera que la adopción de los ODS ha sentado un marco que puede servir para todos los actores que participan dentro del mundo de la inversión como guía o punto de partida para realizar el análisis extra financiero o ASG. Es lo que hizo Mirova, filial de Natixis IM a la que representa, en 2016.
“Hay que tener unas buenas métricas”, coincide Miguel Luzárraga (AllianceBernstein). Pero, en función de la sigla de la ASG que estemos escrutando, el análisis puede ser uno u otro. Cada casa puede aplicar su propia metodología. Por ejemplo: en el caso de la A (criterios ambientales), donde se centran en AllianceBernstein al considerarse expertos en la materia, se apoyan en su herramienta Climate Value at Risk. A través de ella valoran no solo los riesgos físicos y de transición, sino también el impacto que pueda tener sobre el clima la disrupción e innovación tecnológica que pueda producirse en el futuro.
En el caso de la S, de lo social, las métricas pueden ser muy diferentes. Raúl Fernández (Amundi), para quien la gestión del dato es clave para calificar e integrar ese trinomio de rentabilidad-riesgo-impacto, explica cómo en Amundi han diseñado un sistema propio basado en cinco pilares: trabajo e ingresos, política fiscal, salud y educación, diversidad y derechos humanos y acceso a las necesidades básicas. Estos cinco pilares reúnen 39 criterios: 22 para los países y 17 para las empresas.
“Por ejemplo: observamos el pay ratio de los CEO: este indicador muestra cuánto más se le paga al CEO respecto al trabajador medio. Frente a un índice, esto nos permite favorecer aquellas compañías donde la diferencia sea menor. También analizamos la optimización fiscal agresiva, que mide la brecha estimada entre los impuestos realmente pagados y los que deberían pagarse, con el objetivo de que estén menos representadas en nuestra cartera; o el porcentaje de mujeres en los comités de dirección", revela.
Pero incluso dependiendo de la clase de activo, las diferencias a la hora de abordar el análisis pueden ser muy importantes. Lo ilustra perfectamente Christian Rouquerol (Tikehau). “Cuando invertimos en private equity, siempre tenemos un asiento en el consejo de administración de la compañía. Esto nos permite decidir cuál es el impacto que queremos tener y medirlo. En los activos cotizados, no es igual de sencillo. Tu peso y, por tanto, tu influencia en la compañía es menor”.
En este caso, en su firma lo que hacen siguiendo tres criterios: seleccionar compañías que son verdes y tienen una acción climática; elegir empresas que están comprometidas con las organizaciones internacionales o han comunicado oficialmente que van a tomar medidas para minimizar su huella de carbono; y seleccionar compañías de todo tipo de sectores que se van a comprometer con la sostenibilidad y necesitan financiación para llevar a cabo su plan. “Al gestor del fondo, esto le permite tener una cartera diversificada”, destaca.
Pero tan importante como todo esto es saber trasladarle correctamente la información al partícipe. Y ahí es donde, según Martina Álvarez (Janus Henderson), resulta fundamental “huir de contar historias fáciles a los clientes”. Pone como ejemplo el caso de Tesla, una compañía que, a priori, a juzgar por todo lo relacionado con la electrificación que se está produciendo en la industria automovilística, cualquier inversor ASG pudiera entender. ““Después de estar invertidos durante años, hemos recogido beneficios en las últimas posiciones en el valor a finales del año pasado”, revela. La experta explica los motivos.
“La demanda real por el vehículo eléctrico no llegó hasta el 2021 y Tesla tenía una ventaja competitiva frente al resto del sector. Pero los márgenes llegaron al 30% en un entorno en el que otras marcas están presionando con su oferta. Nos pareció que esos márgenes no eran sostenibles y salimos de la compañía”. A su juicio, hay que huir del cortoplacismo y volver a los fundamentales para generar rentabilidad a largo plazo.
“Algunas compañías ASG han corregido este año un 80%. Es cierto que algunas tenían valoraciones que no se podían explicar. Eran los famosos memes de la ASG. El propio mercado las ha desmontado. Hay que ir más allá de las historias bonitas y concentrarnos en los fundamentales, esto es, la cultura empresarial, la forma de financiación, el modelo de negocio… Ser activos es fundamental en inversión sostenible”, concluye la experta.
Algunas reflexiones sobre los seis fondos artículo 9 del libro
Janus Henderson Horizon Global Sustainable Equity
"Cómo medir el impacto de la inversión en el planeta es clave. La estrategia ha contribuido a evitar la emisión de 33 toneladas de C02. Eso equivaldría a retirar al completo la flota de automóviles de Madrid y Cataluña cada año. Nuestra estrategia está alineada con una subida de la temperatura global de 1,6 grados y queremos reducirla a 1,5. El MSCI World está en los 2,6 grados. Si los gobiernos, ante el convencimiento de que no llegásemos a los objetivos fijados, implementasen medidas más drásticas para alcanzarlos, el impacto que tendría en la cartera sería positivo, concretamente de 33 puntos básicos, mientras que el MSCI World cedería 160 puntos. Habría una diferencia de casi el 2% entre una inversión tradicional y una inversión en sostenibilidad", destaca del fondo Martina Álvarez (Janus Henderson).
CPR Invest Social Impact
“Las perspectivas para este año son positivas. La dimensión social está ganando el favor de los inversores haciéndola cada vez más relevante en las carteras. Tradicionalmente, el peso de Social (S) dentro de la ASG ha sido menor, algo que ahora, gracias a la capacidad de poder medir y cuantificar estos aspectos, junto a una regulación favorable, la impulsan. Las compañías que fomenten dentro de sus organizaciones políticas de cohesión social para sus trabajadores pueden hacerlo mejor en el futuro. Aquellas más activas y comprometidas con la reducción de desigualdades en sus plantillas estarán en mejor posición para que sus resultados empresariales no se vean afectados que las que no se comprometan con este principio. La desigualdad frena el crecimiento, reduce el acceso a la educación, empleo y productos básicos, y promueve agendas políticas más populistas. Este cóctel no es bueno para las inversiones”, apunta Raúl Fernández (Amundi).
AB Sustainable Global Thematic Portfolio
“Dentro del fondo hay tres temáticas troncales: el clima, la salud y el empoderamiento. De estas tres, donde la cartera tiene más peso es en el clima, donde nos consideramos unos expertos. Hace unos años firmamos un acuerdo con la Universidad de Columbia en el que estudiamos y seguimos estudiando el cambio climático. Hemos formado a más de 1.200 clientes sobre sus efectos. El clima, para nosotros, es un factor importante. Encontramos muchas oportunidades de inversión en varias áreas: eficiencia energética (con Nike haciendo reciclables la mayoría de sus productos); energía limpia (buscando compañías muy conocidas, como es el caso de Vestas, y otras no tanto, como la finlandesa Orsted). También en segmentos como el reciclaje, el saneamiento o el transporte sostenible…”, revela Miguel Luzárraga (AllianceBernstein).
Tikehau Impact Credit Fund
“En 2022 esperamos mucha dispersión. Puede ser un año positivo siendo selectivo y diferenciándote en la selección de activos. Las compañías que no tomen en consideración la huella de carbono se van a quedar a un lado. Les va a afectar a nivel de valoración. Los gestores van a analizar este riesgo, el cual debe formar parte de los criterios de inversión. Nosotros lo aplicamos en todas las estrategias. Todos los fondos son artículo 8 y 9. El impacto lo entendemos apostando por aquellas compañías que pueden tener un efecto sobre el clima innovando. Si queremos reducir la huella de carbono, tenemos que invertir en empresas que están realizando esfuerzos importantes por rebajar sus emisiones de C02. Ese impacto positivo que generen se va a convertir en rentabilidad porque esas compañías van a estar en el punto de mira de los inversores“, subraya Christian Rouquerol (Tikehau).
Mirova Europe Environmental Equity Fund
“Las perspectivas para el fondo son muy positivas. Vemos varios factores de crecimiento. Por un lado, es cierto que la inflación se ha trasladado también al ámbito de las energías renovables y que eso ha pesado en los actores más ligados a la descarbonización de la economía, que han caído de media en torno a un 15%. Paradójicamente, el ritmo de instalación de capacidades tanto en el ámbito de energías renovables como en el de energías bajas en carbono debería triplicarse en la próxima década para cumplir con los objetivos que se ha fijado Europa. Unido a ello, esos actores más ligados a la descarbonización que han sufrido esa penalización se pueden englobar dentro del segmento de compañías de crecimiento y calidad, que presentan unas perspectivas de crecimiento e innovación muy favorables. Todo ello nos da un punto de entrada muy interesante”, indica Bruno Ruiz de Velasco (Natixis IM).
BNP Paribas Energy Transition
“En nuestro fondo utilizamos ocho indicadores que nos ayudan a cuantificar de cada millón de euros que ingresa una determinada empresa, qué volumen de toneladas de C02 está emitiendo. También podemos cuantificar por cada millón de euros que factura una empresa, qué porcentaje proviene de fuentes renovables. Esto es importante teniendo en cuenta que el problema actualmente es que emitimos alrededor de 51 gigatoneladas de C02, de las cuales 35 provienen del sector energético. Estas métricas te aportan una ratio de intensidad de carbono. Asimismo, utilizamos indicadores a partir de las conversaciones que mantenemos con las compañías. Es una labor muy farragosa, pero que te permite disponer de información sobre cuán eficiente es tu inversión. Por ejemplo, puedes comparar cuál es el nivel de emisiones de tu fondo frente al nivel de emisiones del MSCI”, asevera Ramón Esteruelas (BNP Paribas AM).