Richard B. Hoey, economista jefe de BNY Mellon
Ralentización del crecimiento económico sin llegar a una recesión global. Ese es el diagnóstico de Richard B. Hoey, economista jefe de BNY Mellon, para un enfermo crecimiento económico mundial. ¿Y cómo medicina? Un cambio de las políticas económicas hacia estrategias más cíclicas que intenten recuperar el pulso de los países clave.
En el caso de EEUU, no espera una recesión, más bien un crecimiento “plano” en el primer semestre de 2012, que podría ser más intenso en la segunda mitad del año. Mientras, en Europa, prevé un ligero declive de la actividad en los próximos trimestres que será mayor en los países periféricos. Para Hoey, si se adoptan las políticas económicas adecuadas en los próximos meses, no debería llegarse a una recesión en el continente a pesar de los problemas que atraviesa en la actualidad el euro. “El retraso de los políticos a la hora de tomar las decisiones está reduciendo el crecimiento económico en Europa y contribuyendo a la volatilidad. No se pueden hacer previsiones en un mercado que vive dos semanas de esperanza y otras dos de miedo”, explica.
En este sentido, cree que uno de los grandes retos de España es generar confianza. Para ello, apunta un par de puntos cruciales. Por un lado, el mercado laboral que se puede convertir en un circulo vicioso si se mantiene un alta tasa de paro. En segundo lugar, la reducción del déficit, donde la política española debe buscar credibilidad. “Las elecciones pueden ser una oportunidad para construir esta confianza. Los mercados son sensibles a las acciones que toma un nuevo gobierno. No es tan importante lo que se dice, ni el color del partido político que lo dice, sino que medidas se toman”, reconoce Hoey.
Para Hoey, serán necesarias políticas económicas diferentes, con efectos distintos en cada países. Así, por ejemplo, el BCE endureció su política monetaria en 2008 para controlar la inflación y volvieron a hacer lo mismo en 2011. Por el contrario, Brasil, EEUU y Reino Unido relajaron su política monetaria con la convicción de que la inflación se relajaría como consecuencia de una ralentización económica mundial. En su opinión, Europa deberá relajar, aunque sea de forma velada, su política de los últimos años. “Alemania tiene la política monetaria y fiscal que le interesa, pero puede ser muy fuerte para otros países de la zona. Es la cultura del Bundesbank. El hecho de incluir en su constitución la estabilidad presupuestaria es un claro ejemplo de ello”, explica.
Pero, en su opinión, Europa se enfrenta a un problema de crecimiento. “Mientras pensamos que la tasa real de crecimiento a largo plazo en EEUU puede ser del 2,5%, en Europa probablemente se quedará en el 1%, con una inflación del 2% y un PIB del 3%. Los países con la deuda soberana en este nivel pueden tener problemas, especialmente si se produce una mayor ralentización en Europa”, explica. Incluso, aunque se resuelva el problema actual de la deuda europea, estos países se enfrentan a un bajo crecimiento económico a largo plazo en un momento de envejecimiento de la población y un problema de pensiones.
Sobre el problema actual de la deuda, considera que el mercado siente que hay “27 pilotos al mando de un avión, con frecuentes desacuerdos entre todos, lo que genera una desconfianza”. En su opinión, no se producirá una quiebra financiera desordenada, pero también una solución ordenada de la crisis. Sobre la recapitalización de los bancos europeos, cree que alguna recapitalización se debe hacer y recuerda que ésta se puede producir por dos vías. “Para mejorar los ratios de solvencia de las entidades se pueden buscar recursos en los mercados y la otra opción es reducir sus balances”, explica. Si se opta por esta segunda vía, avisa que puede traer una recesión económica. Si el crédito se corta, no habrá crecimiento. “Así, pasó en Grecia”, añade. También recuerda que el mundo necesita credibilidad. “En EEUU se realizaron unos stress test que sirvieron para evaluar el riesgo y estabilizaron el sistema financiero; en Europa parecen no haber servido, ya que unas semanas después de los exámenes cayó Dexia que había aprobado la prueba”, explica.
Otro punto en el que cree que EEUU ha sacado mejor nota que Europa es en el proceso de desapalancamiento vivido en los últimos años. “En EEUU, el desapalancamiento de los sectores no financieros ha sido sustancial y en el caso del sector financiero han salido fortalecidos los balances”, explica. Según explica, los ajustes de precios en el sector inmobiliario han reducido el consumo y el valor de los colaterales. Una combinación de bajos tipos de interés y un periodo de bajo crecimiento de la deuda de los consumidores han reducido el ratio de cargas de la deuda frente a renta disponible. Esto explica porque sectores como el de automóviles han continuado creciendo a pesar de la baja confianza y menor crecimiento. La caída de ventas de automóviles en los años anteriores a la crisis hicieron envejecer el parque de automóviles de EEUU, lo que explica la demanda actual de nuevos vehículos. Una situación similar observa en otros sectores cíclicos.