Entre el hype y la oportunidad: la gran transformación de la movilidad

George Saffaye. Foto cedida (BNY Mellon IM)

Estamos a las puertas de un giro dramático en la manera en la que la sociedad se mueve. Quizás, incluso, ante en primer cambio real. “La invención del automóvil fue un avance, pero en realidad replicaba la funcionalidad ya existente con el transporte a caballo”, afirma George Saffaye. El gestor del BNY Mellon Mobility Innovation Fund, habla emocionado de lo que percibe como una ruptura de los convencionalismos de la movilidad actual.

“La población actual asciende a 7.500 millones de personas. En 2050 las Naciones Unidos proyecta que podríamos llegar a rozar los 10.000 millones. El sistema de transporte actual es insostenible a esos niveles”, insiste el gestor. Y es precisamente el potencial económico de esa disrupción la que busca capturar este fondo con Rating FundsPeople 2022.

CASE: el acrónimo de la oportunidad

El BNY Mellon Mobility Innovation Fund crea su cartera en base al acrónimo CASE: conectividad, autonomía, sharing (compartir) y electrificación. Las cuatro grandes categorías que recogen, en opinión del equipo gestor, las cuatro fuentes de oportunidades en esta temática.

En el caso de la conectividad, Saffaye resalta el potencial del 5G y su integración en la conducción del automóvil. “Los vehículos se van a convertir en plataformas de comunicación tanto internamente como externamente”, vaticina el gestor. Los vehículos más avanzados tecnológicamente ya tienen sensores que detectan y alertan cuando algo va mal, pero es solo un primer paso. “Imagine los sensores de todos los coches dando continuamente indicaciones a las luces de las autopistas, a los edificios inteligentes, comunicando incluso con otros vehículos a su alrededor. Lo que eso implicará para la eficiencia y la seguridad de la infraestructura”, resalta.  

La conducción autónoma es quizás uno de los avances que mayor expectación e interés mediático ha despertado. Saffaye cree que será una realidad, pero también advierte que aún estamos a años de su implementación general. Empresas como Waymo, del Alphabet, o Cruise muestran avances prometedores, pero no son proyectos invertibles aún. “Llegar demasiado temprano también es un error de inversión, pero este fondo no va a esperar a que la autonomía se desarrolle”, asegura. Por ahora, están centrados en los avances de sistemas de seguridad. “La seguridad en la movilidad ya no puede ser pasiva. Necesitamos seguridad activa”, insiste el gestor.  

En cuanto al ride sharing (compartir viajes o vehículos), Saffaye ve a esta industria girando más hacia un modelo de suscripción. Buscando solventar el hecho de que los coches particulares se pasan el 95% estacionados. Algunas automovilísticas tradicionales (OEM) ya están trabajando en ello, así como algunas compañías renting, como Sixt.

Y por último, la electrificación. La evolución en la fabricación de los vehículos del futuro. Y en este factor habría que contemplar también una nueva fuente de energía: el hidrógeno. Si bien Saffaye afirma que la electricidad será la energía del vehículo particular, cree que el hidrógeno dominará los transportes más pesados como camiones o incluso aviones.

Equilibrando el hype con la inversión

Pero la suma de estas cuatro megatendencias se debe entender desde el punto de vista de su capacidad de disrupción a nivel negocio. “Piense en todos los datos van a poder obtener las compañías de la conducción. Dónde se para, dónde va a hacer la compra, etc. Eso abre nuevas ventanas de negocio, por ejemplo, para la publicidad”, cuenta.

Porque el equipo gestor del BNY Mellon Mobility Innovation Fund tiene muy presente que no pueden dejarse llevar por el hype (el ruido mediático) de la temática. ¿Puede traducirse esta tecnología en beneficios empresariales? Es el criterio fundamental del fondo. Y es una pregunta a la que cada vez más pueden contestar que sí. En su lanzamiento en 2018, el universo de inversión rondaba las 175 compañías. Hoy roza los 400 nombres cotizados. A esto se suma los otros cientos de negocios que están en el radar del equipo de capital riesgo de la gestora, con los que trabajan estrechamente para tener la imagen completa de la industria.  

Con unas 55 en cartera, el fondo tiende a un sesgo hacia compañías de mediana capitalización y, por la temática, hacia sectores como la tecnología, el consumo e industriales.

Un indicador crucial en el proceso de análisis es el de deuda neta/ebitda. “Las compañías en cartera no nos están dando señales de que van a recortar en su i+D. Están comprometidas con sus proyectos. Y lo pueden mantener precisamente porque no les pesa un apalancamiento excesivo en tiempos de crisis”, explica.