¿Estamos ante el inicio de una nueva crisis bancaria? Análisis de la situación

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Foto: Nicholas Cappella.

Los movimientos que han registrado recientemente los mercados de renta fija han sido de una magnitud histórica. Así, el bono a dos años de EE.UU. pasó del 5% el pasado 8 de marzo al 3,9% una semana más tarde. Estos movimientos solo son comparables a los que se produjeron durante la crisis sistémica de 2008. Los motivos son evidentes: tras la estela de la reciente quiebra de tres bancos regionales estadounidenses (vinculados a las start-ups californianas o a las criptomonedas), los inversores dudan de la salud de otros bancos en dificultades, como Credit Suisse en Europa o First Republic Bank en EE.UU. Se han abalanzado sobre los activos denominados sin riesgo y han huido de los activos bancarios, incluidos los más sólidos.

La violencia de estos movimientos ha dejado huella. En Estados Unidos, las tensiones afectan esencialmente a actores no sistémicos que se han aprovechado de la expansión de la galaxia tecnológica en un período de dinero barato y de relajación de las regulaciones de los bancos pequeños bajo la presidencia Trump. En Europa, estas tensiones se circunscriben hasta el pasado domingo a Credit Suisse. La pregunta que se hacen ahora mismo los inversores está muy clara: ¿estamos ante el inicio de una nueva crisis bancaria? Según Steven Bell, economista jefe para EMEA de Columbia Threadneedle Investments, hay tres grandes diferencias entre la crisis actual y la Crisis Financiera Global.

Las tres grandes diferencias con la Crisis Financiera Global de 2008

“En primer lugar, la inflación está hoy muy por encima del objetivo en las economías desarrolladas y ha superado persistentemente las previsiones de los bancos centrales. Esto limita su libertad de maniobra. Por el contrario, la inflación subyacente era baja en EE.UU. y Europa antes de la quiebra de Lehman Brothers en 2008 y había seguido una tendencia a la baja durante décadas. En segundo lugar, el sistema financiero tenía entonces una enorme exposición apalancada al sector inmobiliario. La exposición de los bancos británicos al sector inmobiliario superaba el 100% de sus depósitos. Por último, hemos tenido la Crisis Financiera Global y la regulación financiera se ha reforzado enormemente”, enumera.

Alexis Bienvenu, gestor en La Financière de l’Echiquier, coincide en que lo sucedido en 2008 nos protege, hasta cierto punto, de una reedición. “Incluso en el caso adverso de que un nuevo banco de gran tamaño mostrara una fragilidad que hasta ahora ha pasado desapercibida, es indiscutible que el conjunto del sector bancario y asegurador se ha visto considerablemente reforzado por las medidas de prudencia adoptadas en todo el mundo tras la crisis de 2008. Eso no significa que esté a toda prueba, pero la tormenta debería adquirir proporciones gigantescas para que el sistema se vea afectado de forma grave”, afirma.

Principales perjudicados

Eso sí: las tensiones actuales, pese a estar localizadas, van a tener consecuencias para el resto de la economía. “A los bancos medianos estadounidenses se les podría imponer una regulación más estricta, precisamente con el fin de que el riesgo de solvencia se reduzca en caso de turbulencias, a costa de una reducción de su oferta de crédito. Al crecer menos y no conceder tantos créditos, los bancos serían menos propensos a financiar las empresas más aventuradas, que son las que en algunos casos propician el éxito de una economía, o a apoyar a las compañías más endeudadas, que a veces son esenciales para el resto de la economía”, asevera Bienvenu.

En este sentido, el sector inmobiliario comercial estadounidense se perfila como uno de los grandes perjudicados. Los hogares también podrían sufrir estas restricciones en un momento en el que acusan la escalada de los tipos de interés de los préstamos.

Debilidades idiosincráticas

A Paul O’Connor, responsable de multiactivos de Janus Henderson, le tranquilizan las medidas decisivas de los responsables políticos para proporcionar liquidez cuando sea necesario. “Aunque parece erróneo interpretar los recientes acontecimientos en los bancos estadounidenses y europeos como los primeros indicios de una grave crisis bancaria mundial, probablemente también sería erróneo considerarlos como hechos aislados dentro del sistema financiero más amplio. Las crisis bancarias de alto perfil de los últimos días reflejan más la debilidad de los modelos de negocio y la toma de decisiones cuestionables más aisladas que los problemas sistémicos asociados a las crisis de las hipotecas de alto riesgo de EE.UU. y la crisis financiera de la eurozona que le siguió”, subraya.

Coincide con Elisa Belgacem, estratega senior de crédito en Generali Investments, quien considera que tanto la quiebra de Silicon Valley Bank como la absorción forzosa de Credit Suisse por UBS son el resultado de una mala gobernanza. Pero también surgen de un contexto de normalización extremadamente rápida de la política monetaria que creó miles de millones de pérdidas no realizadas en el sistema financiero que los puso bajo presión. “Esto se tradujo en una pérdida de confianza de los clientes que les llevó a retirar rápidamente sus fondos de los bancos percibidos como débiles. Aunque los bancos están mejor capitalizados que en 2008, especialmente en Europa, es probable que continúe la fuga de depósitos de los bancos más pequeños a los grandes y más seguros”.

Axel Botte, estratega global de mercados de Ostrum AM (filial de Natixis IM), aporta una cifra muy interesante. Según sus datos, el uso de la ventanilla de descuento de la Fed alcanzó los 153.000 millones de dólares y el nuevo BTFP (Programa de Financiación Bancaria a Plazo) se utilizó por valor de 12.000 millones de dólares. “Esto no hace sino subrayar la magnitud de la fuga de depósitos hacia los bancos estadounidenses más grandes y mejor regulados. Los riesgos financieros han aumentado claramente”, sostiene el experto.

Para Gilles Moëc, economista jefe de AXA IM, el problema de Credit Suisse no es nuevo ni se ha visto especialmente afectado por la subida de los tipos de interés. “De hecho, lo más probable es que tuviera problemas similares independientemente de las condiciones monetarias”. A su entender, dado el tamaño del banco suizo, el problema es el contagio, con el riesgo de que se produzca una paralización de los préstamos interbancarios. “Por esa razón, era primordial encontrar rápidamente una solución a Credit Suisse. La solución de UBS implica una depreciación de un segmento específico de los pasivos financieros de Credit Suisse, pero dejando intactos bonos de mayor prelación".

El precio del riesgo de crédito tendrá que revisarse al alza

A juicio de Belgacem, dado que la ralentización del crédito es un indicador adelantado muy sólido del PIB, en igualdad de condiciones los acontecimientos de los últimos 10 días significan que el mundo desarrollado experimentará un menor crecimiento y potencialmente una menor inflación. “Por lo tanto, el precio del riesgo de crédito tendrá que revisarse al alza. En el caso de los mercados de crédito, se empezará por los AT1, ya que FINMA (la Autoridad Suiza de Supervisión de los Mercados Financieros) decidió ignorar la jerarquía de los acreedores al depreciar totalmente la deuda más reciente de Credit Suisse, pero no las acciones”.

En su opinión, los diferenciales de los bonos high yield también deberían seguir ampliándose para reflejar las perspectivas económicas más débiles, pero también las probables difíciles condiciones de liquidez. “Los sectores más apalancados estarán bajo presión, empezando por el capital riesgo y los fondos de inversión, y posiblemente las energías renovables”, augura.

El problema con los AT1 de Credit Suisse

Una parte llamativa del acuerdo de rescate de Credit Suisse es que, mientras que los accionistas reciben 3.000 millones de francos suizos en acciones de UBS, el valor de 16.000 millones de francos suizos de bonos de nivel 1 adicional (AT1) se reduce a cero. Los bonos AT1 son un tipo de deuda bancaria diseñada para asumir pérdidas durante una crisis como la actual. Sin embargo, se esperaba que los accionistas sufrieran pérdidas antes que los tenedores de bonos AT1.

Según Justin Bisseker, analista de bancos europeos en Schroders, esta decisión causará cierta dislocación en el mercado de AT1, especialmente para los nombres más arriesgados del sector. "Se trata de una decisión de la FINMA que no forma parte de la oferta de UBS. Refleja la presión a la que estaba sometido el negocio de Credit Suisse", opina.

Su compañero Jonathan Harris, director de Inversión de Crédito Global en la gestora, recuerda que la normativa suiza se modificó para que fuera posible imponer una pérdida total a los titulares de la deuda AT1 de Credit Suisse con el fin de cerrar la operación, a pesar de que la deuda AT1 tenía prioridad sobre los fondos propios en la estructura de capital. "La Autoridad Bancaria Europea y el Banco de Inglaterra han emitido declaraciones separadas, distanciando a los bancos de la UE y del Reino Unido, respectivamente, de esta decisión. Estas declaraciones son importantes, ya que confirman que los AT1 de la Unión Europea y el Reino Unido sólo pueden ser rescatados después de que los fondos propios se hayan reducido a cero".

Por ahora, el mercado está tranquilo

Por ahora, impera la calma en los mercados. La limitada ampliación, hasta ahora, del diferencial entre el tipo interbancario y el rendimiento de los bonos del Tesoro apunta a la probabilidad de que esta crisis de confianza sea en gran medida de liquidez y no de solvencia. “En ese caso, los distintos planes puestos en marcha durante el fin de semana deberían conseguir cercar a los bancos regionales y limitar la fuga de depósitos de los mismos”, concluye Raphael Olszyna-Marzys, economista en J. Safra Sarasin Sustainable AM,.