¿La transparencia no reduce emisiones?

Markus Spiske (Unsplash)

Buenos días a todos:

“La transparencia no reduce emisiones”. La frase no es mía, la escuché el otro día en un evento europeo sobre sostenibilidad. Los participantes de un panel, en el que se encontraba un alto cargo de la ESMA, la Autoridad Europea de Valores y Mercados, se estaban quejando de la regulación europea sobre inversiones sostenible tanto en su vertiente SFDR como en sus conexiones con Green MiFID y Taxonomía. El alto cargo se mostraba comprensivo con las dificultades interpretativas y ponía sus esperanzas en la consulta lanzada por la Comisión Europea sobre la implementación de la norma europea sobre divulgación, la SFDR, que está abierta hasta el 15 de diciembre.

El debate

El fondo del debate era cómo la clasificación de los productos financieros según los artículos 6, 8 y 9 de la SFDR se había convertido en un sistema de etiquetado, cuando en realidad se trata de una normativa que exige a los participantes en los mercados financieros y a los asesores financieros que revelen cómo integran los riesgos de sostenibilidad y los principales efectos adversos en sus procesos, tanto a nivel de entidad como de producto. La norma también introduce información adicional para los productos financieros que hagan declaraciones de sostenibilidad. Hablamos de transparencia.

Ahora bien, más allá de que el afán de esa transparencia sea loable y deseable, lo cierto es que muchos inversores e incluso la propia Comisión, se plantean si no sería mejor un modelo de categorización en función del objetivo del producto. Los marcos de referencia de la inversión sostenible han cambiado enormemente en un plazo de tiempo relativamente corto. Desde la exclusión, al best in class, la integración, el engagement y el impacto, ha habido una gran evolución, y muchas estrategias son cumulativas. En paralelo ha habido una oleada de innovación tecnológica que permite ir más allá del blanco y el negro, o el verde y el marrón, en temas de sostenibilidad.

¿Qué pretendo cuando invierto?

De ahí la cuestión de lo que se pueda conseguir con cada inversión. Pensemos por ejemplo en las estrategias de acompañamiento a las compañías productoras de combustibles fósiles. Muchas de esas compañías son las denominadas NOC (National Oil Companies), que a día de hoy ya representan la mayor parte del CAPEX global en la industria de gas y petróleo. Pues bien, si se reduce su acceso a los mercados financieros globales se reducen enormemente los incentivos para que tengan una divulgación ESG suficiente, lo que supone un riesgo ESG claro. La profesora Luisa Palacios de la Universidad de Columbia, entidad que colabora con AllianceBernstein en el estudio del clima, pone un ejemplo extremo, pero que da una idea clara sobre los riesgos asociados con la desinversión internacional.

PEVESA (la NOC de Venezuela, en la cual debido a un mix de eventos que van desde la expropiación a las sanciones, no hay inversión internacional) con una producción de 800.000 barriles de crudo por día supera en emisiones de metano a Arabia Saudí, con 10.000.000 de barriles diarios. El ejemplo deja claro, en opinión de la profesora Palacios, el coste en términos de objetivos medioambientales que puede tener un menor acceso a la inversión internacional, sobre todo de compañías situadas en mercados emergentes. Parece que la transparencia puede ayudar a reducir emisiones.

La propuesta de la consulta

Volviendo a la consulta de la SFDR, el último punto aborda la posibilidad de establecer una categorización para los productos financieros y propone cuatro alternativas:

  • Productos que invierten en activos que se esfuerzan específicamente por ofrecer soluciones específicas y cuantificables a problemas relacionados con la sostenibilidad que afectan a las personas y/o al planeta, por ejemplo, inversiones en empresas que generan y distribuyen energía renovable, o en empresas que construyen viviendas sociales o regeneran zonas urbanas. Estaríamos en los productos que ofrecen SOLUCIONES.
  • Productos que aspiran a cumplir normas de sostenibilidad creíbles o que se adhieren a un tema específico relacionado con la sostenibilidad, por ejemplo, inversiones en empresas con una probada gestión de residuos sólidos y del agua, o con una fuerte representación de las mujeres en la toma de decisiones. Estaríamos hablando de productos SOSTENIBLES.
  • Productos que excluyen actividades y/o empresas participadas implicadas en actividades con efectos negativos sobre las personas y/o el planeta. Estaríamos hablando de EXCLUSIONES.
  • Productos con un enfoque de transición que pretenden aportar mejoras cuantificables al perfil de sostenibilidad de los activos en los que invierten, por ejemplo, inversiones en actividades económicas que se alinean con la taxonomía o en actividades económicas en transición que se alinean con la taxonomía, inversiones en empresas, actividades económicas o carteras con objetivos y/o planes creíbles de descarbonización, mejora de los derechos de los trabajadores o reducción del impacto medioambiental. Estaríamos hablando de TRANSICIÓN.

A la espera de que se resuelva la consulta y considerando que va a haber elecciones al Parlamento Europeo el año que viene, por lo que cualquier cambio significativo llevará tiempo, nos preguntamos si este sistema será más claro, sobre todo para el inversor final. “La transparencia no es siempre claridad” fue otra de las frases que escuché en el mismo evento del que les hablaba. Parece que hacen falta las dos.