TRIBUNA de Bart Van Craeynest, economista jefe de Petercam.
Después de un par de meses con datos económicos mejores, la economía global pasa por otro pequeño bache. Los indicadores principales en un amplio espectro de economías, han caído durante los últimos meses. Los descensos en los precios de las materias primas y los tipos de interés confirman esta tendencia, aunque en general los mercados de renta variable no se han visto afectados. La debilidad actual, sobre todo en Estados Unidos, se debe a factores temporales. La recuperación global, liderada por Estados Unidos y los mercados emergentes, parece que todavía va a continuar en la segunda parte del año.
La inflación sigue bajo control. Las caídas recientes en los precios de las materias primas indican que la inflación se relajará más en el próximo trimestre. La política monetaria muy acomodaticia conlleva riesgos inflacionistas, pero estos no se materializarán pronto dado el nivel de debilidad de la economía mundial. Los bancos centrales continúan firmes en su política de apoyo extremo. Japón se encamina hacia estímulos monetarios masivos, e incluso es posible que el BCE se vea forzado a acciones adicionales dentro de poco. A medida que la recuperación se fortalezca, es probable que algunos bancos centrales (en Estados Unidos y en los países emergentes) sean más proclives a hablar acerca de sus estrategias de salida aunque continúen siendo bastante prudentes.
La actividad económica en Estados Unidos se ha visto en parte afectada por la subida en el impuesto sobre las rentas del trabajo a principios de años, al incremento en los precios de la gasolina desde diciembre hasta marzo y a un invierno excepcionalmente frío. Se trata de factores temporales que deberían atenuarse en los próximos meses. Los precios de la gasolina ya han revertido la mayor parte de la subida reciente.
La recuperación en el mercado inmobiliario continúa, mientras parece que las compañías todavía seguirán aumentando su gasto en inversión gradualmente. Es importante señalar que los precios de las viviendas están claramente aumentando, lo que debería ser un apoyo fundamental para la confianza de los consumidores en los próximos dos trimestres. Dicho esto, no se espera que el gasto de consumo sea un factor principal en el próximo trimestre. Las cifras de empleo en marzo fueron muy desalentadoras, pero los trabajos temporales y las solicitudes semanales de prestaciones por desempleo sugieren que la recuperación gradual permanece intacta. Los indicadores actuales del mercado laboral confirman una pausa en la recuperación general con las cosas repuntando de nuevo de cara al verano.
En el frente político, las cosas han estado bastante tranquilas últimamente. El tema del techo de deuda sigue sobre la mesa, pero es poco probable que sea tan perjudicial como lo fue hace dos años. Parece más probable que no se permita a este debate descarrilar la recuperación. Estados Unidos no tiene un problema fiscal a corto plazo. Los desafíos fiscales reales para Estados Unidos se encuentran en la próxima década no en el déficit actual. Al 1,5%, la inflación permanece firmemente bajo control. Las caídas recientes en los precios de las materias primas sugieren que la inflación puede bajar incluso más en los próximos meses. La impresión de dinero por parte de la Fed finalmente generará inflación pero sólo cuando la economía (y el crecimiento del crédito) se aceleré con claridad. Esto todavía queda un poco lejos.
Perspectivas sobre la eurozona
Después de algunas señales positivas en los últimos meses del año pasado y a principios de este, los indicadores principales de la eurozona se han deteriorado de nuevo. Incluso en Alemania, el mejor país de la región, la confianza empresarial está disminuyendo otra vez. La fuerza del euro, el incremento de la incertidumbre sobre la situación del resto del mundo, la existencia de un mecanismo de crédito disfuncional, el ajuste fiscal continúo (aunque a un ritmo algo inferior) y sobre todo la incertidumbre continua tanto de los líderes de las compañías como de los hogares, están dañando la economía de la región. El crecimiento económico seguirá siendo bajo en la eurozona, al menos durante el resto del año.
Se ha contenido la reacción a la situación de Chipre. Además de eso, Italia parece estar saliendo de su punto muerto político. Sin embargo, interpretar esto como un indicador de que lo peor de la crisis del euro ha acabado parece un poco descabellado. En cuanto a los temas estructurales ha habido muy poco progreso recientemente. El trabajo sobre la unión bancaria básicamente se ha estancado, y las perspectivas para nuevas iniciativas de integración no son muy brillantes. Incluso a pesar de que los mercados han estado bastante relajados sobre la crisis del euro, los riesgos todavía están presentes.
El riesgo más importante sigue siendo el difícil panorama económico traducido en situaciones políticas preocupantes. A ese respecto, es difícil ver los últimos desarrollos italianos como una mejora estructural de la situación. La crisis del euro está todavía lejos de finalizar. Incluso aunque el BCE pueda seguir manteniendo a los mercados tranquilos durante bastante tiempo, la probabilidad de nuevos “accidentes” en la eurozona sigue siendo incómodamente alta. La inflación disminuyó hasta el 1,7% en marzo. Los últimos movimientos en los precios de las materias primas sugieren que bajará incluso más en los próximos meses. En el actual contexto económico, las presiones deflacionistas son realmente más fuertes que ninguna de las inflacionistas en la eurozona.
¿Fin de la política de la Fed?
La Fed ha empezado a hablar acerca del fin su política monetaria poco convencional de los últimos meses. Este fin dependerá de la fuerza de la economía. La reciente tanda de datos más débiles es probable que lleve a Fed a atenuar su mensaje de alguna manera. Dicho esto, dentro del actual contexto es probable que deje de comprar activos hacia finales de este año. Las subidas de tipos reales o la venta activa de algunos activos de su balance están todavía lejos. Dejando bastante claro que está dispuesta a asumir riesgo de tener inflación, en lugar de arriesgarse de un endurecimiento de la política monetaria demasiado prematuro. Cuando la recuperación se consolide, los mercados empezarán a inquietarse respecto a un cambio en la política monetaria, pero por ahora es todavía demasiado pronto. En cualquier caso el banco central americano se encargará de guiar los mercados, y no es probable que haya movimientos muy extremos.
La opción más realista
El complicado estado de la economía del euro debería haber impulsado al BCE a actuar, pero han preferido quedarse al margen durante los últimos 10 meses. Después de la reunión de principios de abril, Draghi admitió que el BCE estaba considerando sus opciones, pero en ese momento no se tomó una decisión. La nueva serie de datos decepcionantes debería instar al BCE a pasar a la acción. Dado el estado de la economía de la eurozona, cualquier cambio de la política económica en Europa puede tardar más que en Estados Unidos. Además de eso, la crisis del euro, que es posible que vaya y venga durante años, añade presión estructural bajista al euro.
Finalmente, un euro sustancialmente más débil es realmente la única opción realista para un retorno del crecimiento en la eurozona liderado por las exportaciones. En su estado actual, la eurozona no puede lidiar con un euro fuerte, un hecho que el BCE tendrá que reconocer finalmente. Aunque el momento sigue siendo difícil, la combinación de estos elementos sugiere un panorama positivo del dólar frente al euro.