La naturaleza como aliada: el nexo entre el clima y la naturaleza

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Firma: cedida (BMO GAM).

TRIBUNA de Harry Ashman, equipo de Inversión Responsable, BMO GAM. Comentario patrocinado BMO Global Asset Management.

El cambio climático y la pérdida de naturaleza son dos de los desafíos más importantes a los que se enfrentan actualmente el planeta y la sociedad. Sin embargo, aunque está ampliamente aceptado que se trata de un problema grave, la pérdida de naturaleza se ha mantenido hasta hace poco en un segundo plano con respecto al cambio climático como cuestión que deba preocupar a políticos y empresas.

La decimoquinta conferencia de las partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica (Biodiversity COP15), que se celebrará en abril-mayo de este año, convocará a gobiernos de todo el mundo para acordar un nuevo marco global para la biodiversidad post-2020 que plantee como objetivo detener la pérdida neta de naturaleza durante la década de 2020 y volver a una situación «positiva en naturaleza» (es decir, volver a recuperar biodiversidad) para 2030.

En vez de dos desafíos diferentes, nosotros consideramos que el cambio climático y la pérdida de naturaleza deben empezar a tratarse como cuestiones interconectadas e interdependientes, tal y como reflejan los vínculos entre nuestros programas de activismo accionarial en cambio climático y gestión medioambiental. El cambio climático es uno de los principales causantes de la pérdida de naturaleza, al debilitar y, potencialmente, revertir la capacidad de la naturaleza para capturar los gases de efecto invernadero presentes en la atmósfera y reducir la función de la naturaleza para protegernos de las consecuencias físicas del cambio climático.

Por ejemplo, la progresiva pérdida y degradación de los bosques contribuye entre cinco y 10 gigatoneladas equivalentes de CO2 (CO2e) al año que se suman a las emisiones generadas por el deterioro de otros hábitats terrestres y acuáticos y por la actividad humana. Para mejorar la capacidad del planeta para capturar y almacenar dióxido de carbono, es urgente que encontremos formas de abordar los diferentes usos del suelo y las prácticas agrícolas intensivas en emisiones, que generan aproximadamente un cuarto de todas las emisiones mundiales.

Los océanos actúan como importantes sumideros de CO2, ya que absorben cerca del 30% de las emisiones antropogénicas y un 90% del exceso de calor relacionado con el calentamiento global. Sin embargo, la creciente acidificación de los océanos, vinculada a la absorción de CO2, el aumento de la temperatura oceánica y la mayor frecuencia de las olas de calor marinas plantean riesgos importantes para los ecosistemas marinos y los procesos oceánicos naturales.

Al igual que los gobiernos están tomando medidas para combatir el cambio climático, prevemos que las empresas establecerán estructuras de gobierno corporativo, estándares para la presentación de informes y objetivos para abordar la pérdida de naturaleza similares a los que ya se emplean para el cambio climático, puesto que la pérdida de naturaleza es igual de prioritaria.

Los estándares para la presentación de informes sobre sostenibilidad como la Global Reporting Initiative (GRI) o el Carbon Disclosure Project (CDP) incluyen indicadores aplicables tanto al cambio climático como a la pérdida de naturaleza. Las empresas que ya usan estos estándares en sus informes estarán en mejor posición para evaluar cómo afectan sus actividades a la naturaleza, lo que nos hace confiar en que los procesos existentes pueden reforzarse a medida que las empresas establezcan objetivos para ser neutras en carbono y positivas en naturaleza.

Algunas de las lecciones aprendidas durante el desarrollo de estándares sobre cambio climático pueden aplicarse también a la defensa de la naturaleza. Por ejemplo, en lo que se refiere a la presentación de informes sobre cambio climático, uno de los puntos en los que inciden los inversores es que las empresas no deberían fijarse únicamente en el impacto directo de sus actividades, sino también en las emisiones de alcance 3 de toda su cadena de valor. De forma similar, el marco de trabajo de la Science Based Targets Network (SBTN) pone el énfasis en que las empresas evalúen el impacto de sus operaciones, pero, también, de sus cadenas de suministro y del uso de sus productos.

Conviene tener presente que existen dos diferencias fundamentales a la hora de medir e informar sobre los impactos en la naturaleza y en el clima. La primera, que, dada la relevancia inherentemente local de la naturaleza, la geografía juega un papel mucho más relevante que en el caso de la huella de carbono. Y la segunda, que una empresa puede provocar pérdida de naturaleza de múltiples formas y, además, las repercusiones pueden ser dinámicas, lo que añade una capa de complejidad: la SBTN recomienda que las empresas evalúen sus impactos en todo un abanico de actividades, desde el uso del agua hasta las perturbaciones ambientales.

Algunas organizaciones ya han empezado a aplicar una perspectiva de protección de la naturaleza en sus estrategias contra el cambio climático y están en buena posición para recoger los beneficios. Por ejemplo, la estrategia cero neto de Nestlé incluye medidas orientadas a mantener la salud de los suelos, frenar la deforestación y restaurar hábitats. Como destaca la empresa, estas medidas no solo contribuirán a reducir 14 millones de toneladas equivalentes de CO2 para 2030, sino que generan beneficios concretos para la biodiversidad.

Además de dialogar extensamente con las empresas sobre biodiversidad y cambio climático, colaboramos activamente con empresas de sectores de alto impacto e intensivos en carbono para educarlas sobre el nexo entre el clima y la naturaleza. Junto con nuestras expectativas en materia de biodiversidad y nuestra conocida postura sobre el cambio climático, nuestras recomendaciones para las empresas que valoren el nexo entre el clima y la naturaleza consisten en:

  • Capitalizar las situaciones beneficiosas para todas las partes implicadas (win-win) y evitar los falsos progresos.
  • Desarrollar el gobierno corporativo y definir una estrategia.
  • Adoptar los estándares y las recomendaciones que vayan surgiendo.