“La Bolsa japonesa podría ser la gran sorpresa de 2013”. Así lo cree Patrick Moone, estratega de renta variable de ING Investment Management, quien recuerda que, durante más de 20 años, los inversores internacionales han asociado Japón a tres aflicciones: la falta de crecimiento económico nominal, un yen caro y una caída estructural de los precios. "La economía japonesa pone de manifiesto que la deflación, una vez que aparece y entra en escena, muestra una terquedad que desafía a la imaginación”, asegura el experto. Pero quizás algunas cosas puedan empezar a cambiar.
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