Repercusiones de la explosión de la deuda mundial en el mercado de crédito

Jeff_Kubina
Jeff Kubina, flickr, Creative Commons

La deuda mundial se encontraba en un nivel sin precedentes antes de la aparición del COVID-19. A principios de año, ascendía a la impactante cifra de 255 billones de dólares, puesto que ha crecido de forma constante durante décadas, especialmente desde la crisis financiera mundial. Con la posterior respuesta política, que ha supuesto una inyección de liquidez en la mayor parte de la economía mundial, la complicada situación de la deuda está abocada a empeorar. Tammie Tang, gestora de carteras en Columbia Threadneedle, y Paul Smillie, analista de inversiones de renta fija en la entidad, han querido analizar las implicaciones para la deuda soberana y corporativa y para los valores financieros, en especial desde la perspectiva de los inversores en crédito.

Tal y como explican, desde una perspectiva histórica, la compresión de los diferenciales ha revelado correlación con las políticas acomodaticias a causa de la mayor liquidez disponible en el sistema, y viceversa. “El respaldo político probablemente seguirá siendo acomodaticio y aportará un contexto técnico positivo para la demanda de deuda corporativa. Como ejemplo de esto, el BCE ha empleado una política de tipos de interés negativos durante los cinco últimos años, y una de sus consecuencias estriba en que más de la mitad de los bonos del índice Barclays European Aggregate Bond ofrecen ahora rendimientos negativos”, afirman los expertos.

Además, se calcula que en los últimos meses (en especial durante el segundo trimestre) el BCE ha comprado el 40% de la emisión neta de bonos del mercado primario como parte de sus medidas de expansión cuantitativa. “Si bien la política expansionista debería resultar favorable para los inversores en crédito a corto plazo, insistimos en advertir que la eficacia a largo plazo de este tipo de política no debe extrapolarse ni darse por sentada. Cuestionamos la sostenibilidad del endeudamiento soberano y reconocemos que el desapalancamiento corporativo todavía no se ha producido”.

Por último, han observado que los diferenciales de los bonos investment grade mundiales se han normalizado en gran medida. “Tras iniciar el año en 100 puntos básicos, los diferenciales marcaron una cota máxima de 340 y ahora se han asentado en 130 puntos básicos. A estos niveles, los tenedores de bonos todavía se ven compensados por su exposición al riesgo de liquidez y al riesgo de impago. Dados los estímulos y el respaldo en forma de liquidez impulsados por los responsables políticos, la prima de liquidez sigue siendo elevada, en especial si observamos la diferencia entre los diferenciales de la deuda corporativa y los diferenciales de impago del crédito”.

En este sentido, los expertos de Columbia Threadneedle destacan que las tasas de impago implícitas en los diferenciales del segmento investment grade también superan con creces la media histórica. “La tasa de impago acumulada en cinco años histórica ronda el 0,9% en el caso de la categoría investment grade (es decir, alrededor del 0,2% anual). Sin embargo, cabe señalar que el impago en el segmento grado de inversión es mucho menor que en el de alto rendimiento, puesto que los emisores de la primera categoría no suelen incurrir directamente en impago, sino que primero realizan una transición al alto rendimiento”.

Tanto Tang como Smillie admiten que el riesgo de revisiones a la baja de las calificaciones es más elevado que nunca. “También persistirán los impagos en la deuda corporativa de grado especulativo, y las compañías de menor tamaño de los sectores más expuestos seguirán siendo también las más vulnerables. Por consiguiente, en la categoría investment grade el valor se generará principalmente a partir de la selección de emisores y emisiones. Se puede extraer valor evitando los valores candidatos a sufrir revisiones a la baja de su calificación y tratando de identificar empresas con capacidad para desapalancarse”, concluyen.