Una Fed más hawkish confirma un tapering inminente: primeras reacciones de las gestoras internacionales

Jerome Powell. Foto cedida (Federal Reserve)

La Reserva Federal está a un reunión de pasar de las palabras a los hechos. El banco central estadounidense había dedicado las últimas reuniones a preparar a los mercados para concluir la compra de activos. Ahora detecta las condiciones propicias para comenzar el tapering. Así, salvo desastre en algún dato económico en las próximas semanas, podría ser tan pronto como la próxima reunión de la Fed.

Es decir: el tapering (muy probablemente) comenzará en noviembre. ¿Y la velocidad? Jerome Powell habló de un ritmo de unos siete meses, de llevar la compra neta de activos al cero tan pronto como mediados de 2022. Esto supondría reducir 15.000 millones de dólares al mes. Por poner en contexto, el tapering de 2014 duró nueve meses a un ritmo de 10.000 millones de dólares mensuales.

Insistimos en el matiz de que hablamos aún de probabilidades porque aún hay riesgo de que esto se retrase hasta diciembre. “Es probable que el techo de la deuda del Tesoro estadounidense sea vinculante en torno a la reunión del FOMC de noviembre. La Fed podría no querer contribuir a lo que probablemente sea un periodo de elevada volatilidad”, explica Tiffany Wilding, economista de PIMCO para EE.UU. Son factores políticos que terminan influyendo en la política monetaria. “Si el cierre sigue amenazando o incluso se agrava, es muy probable que se reescriba el libro de jugadas de la Fed, con un giro más dovish”, opina también Christian Scherrmann, economista de DWS.

La inflación entra al fin en escena

Otro detalle interesante en el lenguaje de Powell que destaca Morgane Delledonne, directora de análisis de Global X ETF, es que indicó que el banco central actuaría si la inflación continuaba aumentando. Ojo, tras meses de quitar hierro a las subidas de precios, ahora reconocen que es algo que vigilan. “Este es el lenguaje más agresivo que la Fed ha utilizado recientemente con respecto a la inflación, y puede indicar un cambio de opinión sobre el aumento de los precios que ahora se está extendiendo a los alimentos, la vivienda y la ropa según los datos más recientes”, desgrana la experta. Es decir, el aumento transitorio de los precios podría ser ahora, en opinión de la Fed, más persistente de lo que se pensaba, especialmente porque las cifras de 2022 también se han incrementado ligeramente, desgrana Scherrmann.

La Fed también revisó sus previsiones económicas. El PIB real se redujo de 7,0% a 5,9% interanual en el cuarto trimestre de 2021, lo que refleja el impacto de la variante delta y las restricciones persistentes de la cadena de suministro. "Sin embargo, también elevó sus estimaciones de PIB para 2022 y 2023 en un 0,50% y un 0,10% respectivamente, considerando potencialmente algún apoyo fiscal adicional y una reaceleración del crecimiento después de la ola delta", destaca Mike Bell, estratega de mercados globales en J.P. Morgan Asset Management.

Como bien destaca Silvia Dall’Angelo, economista senior de Federated Hermes, son decisiones tomadas en un momento incómodo. “El crecimiento, la inflación y el estímulo fiscal probablemente hayan tocado techo, mientras que los riesgos en torno a la evolución de la pandemia no han desaparecido”, afirma. Y Anna Stupnytska, economista global de Fidelity International, coincide: “Con la probabilidad de que las presiones inflacionistas sean más persistentes y los riesgos de crecimiento se inclinen a la baja en los próximos meses, el camino para la normalización de la política de la Fed parece estrecho y difícil, con mucho margen para cometer errores”.

Debate o duelo sobre las subidas de tipos

Lo más jugoso de la reunión de septiembre más bien está en el debate sobre los tipos de interés. Durante meses, Powell ha insistido en que el tapering no significa una normalización acelerada de las tasas de interés. Pero luego están los demás miembros del comité. El FOMC está dividido con respecto a una primera subida de tipos en 2022, como se aprecia en el gráfico que comparte Bruno Cavalier, economista jefe de ODDO BHF AM. Durante todo el último año el gráfico de puntos (el famoso dot plot) había señalado que esa subida no llegaría hasta 2024. ¿Por qué ese giro restrictivo?

Según explica Paolo Zanghieri, economista senior en Generali Investments Partners, está motivado por una creencia más firme de que, a pesar de algunos signos de desaceleración, la dinámica subyacente de la economía se está fortaleciendo y por la preocupación de que un rebasamiento prolongado de la inflación termine aumentando las expectativas. Pero esto contradice ligeramente el tono de Powell durante la rueda de prensa. "De hecho, si los pronósticos de inflación más altos se debieron solo a factores transitorios más duraderos, ¿por qué agregar aumentos de tasas adicionales (en comparación con las proyecciones de junio)? Para mí, esto sugiere que la mayoría de los funcionarios están menos convencidos de este argumento transitorio, mientras que Powell es aún más pacífico", interpreta Raphael Olszyna-Marzys, economista de mercados desarrollados de Bank J. Safra Sarasin.

Entonces, ¿2022 o 2023?

Esa previsión media para la subida de tipos en realidad enmascara una profunda división entre el Comité. Nueve miembros votaron por una subida antes de finales de 2022 mientras que otros dos miembros votaron por aplazarlo a 2023. Lo que sí está claro es que el bando de los halcones va creciendo. Y esto puede ser clave. "Los debates internos pueden ser tumultuosos, pues los miembros regionales parecen querer un ajuste más firme, tanto respecto a compras de activos como tipos de interés, siendo más reacios al riesgo inflacionario", reconoce Thomas Costerg, economista de Pictet WM.

Entre las gestoras internacionales también hay división en este punto. Cavalier ve probable que la mitad que se inclina por esperar hasta 2023 incluya a los pesos pesados del FOMC, comenzando con Jerome Powell. En cambio Zanghieri calcula una subida a finales de 2022, dos en 2023 y cuatro en 2024.

Otro punto a desgranar, que resalta Sebastien Galy, estratega macro senior de Nordea AM, es el ritmo relativamente moderado de ajuste a partir de 2023. Sugiere, en su opinión, que la Fed cree que las fuerzas deflacionarias a largo plazo pasarán a primer plano. “Pero este es un ejercicio de señalización y el impacto real es mantener bien contenido el extremo frontal de la curva del Tesoro de Estados Unidos para dar tensión a la economía”, insiste Galy. Por eso la Fed habla por un lado de la reducción, mientras mantiene el otro en los tipos. No tienen prisa. “Lo que sospechamos que sucederá es que la Fed será demasiado lenta para abordar el creciente grado de apalancamiento en el sistema, lo que conducirá a una corrección en la burbuja de activos en el segundo semestre de 2022”, augura.

Con todo, estamos ante una reunión que será difícil de digerir, como bien lo pone John Plassard, de Mirabaud. “De hecho, aunque el tono era más agresivo de lo esperado (especialmente en relación con las próximas subidas de tipos), podemos preguntarnos con razón por qué los rendimientos de los bonos del Tesoro continúan ignore el fuerte aumento de las previsiones de inflación”, sentencia.