Según Matt Christensen, responsable global de ISR en AXA IM, al igual que el inversor acabó por entender que hay distintas estrategias de hedge funds, en ISR estamos al inicio del proceso: está identificando desafíos para definir su campo de actuación.
Las inversiones socialmente responsables (ISR) son una tendencia de inversión que se están abriendo camino a pasos de gigante entre los inversores, especialmente los institucionales. Así lo confirma Matt Christensen, responsable global de ISR en AXA IM, que señala que cada vez más institucionales, especialmente planes de pensiones, están demandando que se adapten a criterios responsables y sostenibles sus inversiones existentes.
Christensen explica que el grupo AXA ha integrado el enfoque ESG -criterios medioambientales, sociales y de buen gobierno- en todos sus fondos más comerciales, para posicionarse estratégicamente en el que creen que va a ser un acercamiento cada vez más demandado en el futuro. También se apoyan en una plataforma exclusiva de la firma, RI Search, que básicamente emite calificaciones ESG sobre distintos tipos de inversiones para ayudar a los gestores de cartera a la hora de tomar decisiones sobre comprar uno u otro activo. El equipo de inversión responsable de AXA IM está compuesto actualmente por 10 profesionales que cuentan con una media de 14 años de experiencia en estos tipos de inversiones. Los fondos con el sello ISR suman más de 5.000 millones de euros en activos bajo gestión.
Matt Christensen, de visita en España, es consciente de los retos que representa este acercamiento a la inversión: “La gente pide formas más tangibles de medir los criterios sociales”, explica. Estos criterios, bajo su punto de vista, se concentran en tres áreas de calado mundial: la educación, la salud y las finanzas. Así, explica que el tipo de empresas que buscan dentro del área educativa son por ejemplo aquellas que facilitan financiación para acceder a estudios universitarios. En materias sanitaria, buscan compañías cuyos productos contribuyen a reducir la mortalidad de las madres y elevar las posibilidades de supervivencia de sus hijos. Además, cuando invierten en una compañía lo hacen desde el activismo, ya que buscan convertirse en miembros de los consejos de administración y presionar con sus peticiones en la dirección que consideran más correcta para reforzar el perfil responsable de la compañía.
Un nuevo mundo de posibilidades
El experto considera, además, que la ISR está marcando un punto de inflexión: por un lado, se está consiguiendo salir del debate sobre la ética o valores religiosos –cliché que se le suele atribuir a este tipo de estrategias de inversión- y, por otro, se ha abierto la puerta a nuevas temáticas bajo esta etiqueta. “Los nuevos inversores en ISR son muy distintos, demandan historias concretas, generalmente historias positivas que se puedan desarrollar con este enfoque”, explica Christensen.
Éste considera que las nuevas formas de invertir se clasifican en dos categorías. Una de ellas la define como inversiones que buscan primero el impacto, es decir, que “declaran el potencial que tiene el inversor para generar retornos, pero no necesariamente en línea con el mercado”. La otra da prioridad a la financiación, o sea, que primero se busca el potencial de generación de retornos y luego cómo puede encajar con estrategias de impacto social.
El representante de AXA IM realiza una sencilla comparación apelando a su experiencia personal para entender cómo ha evolucionado el mercado de la ISR: “Antes trabajaba con hedge funds. La gente acabó por entender que hay distintas estrategias hedge: long only, long short... La ISR está en los primeros estadios, ayudando a la gente a distinguir desafíos para definir su campo de actuación”.
Christensen también enfatiza que estas inversiones tienen un horizonte temporal más largo que otras convencionales, de entre 10 y 20 años vista. De hecho, se muestra categórico con algunos temas: “Dentro de dos años se empezará a hablar del cambio climático, pero este ya ha empezado”. Otro ejemplo que trae a colación es el debate planteado por Thomas Piketty en su polémico libro El capital en el siglo XXI: “Las cuestiones sociales sobre la clase media es un gran tema ISR”, afirma. El último ejemplo de nuevas aplicaciones de la ISR que aporta tiene que ver con la decisión del Gobierno de China para atajar los alarmantes niveles de polución presentes en el país.
Recursos Humanos como forma de inversión
Christensen centra sus explicaciones en el fondo AXA WF Framlington Human Capital, un fondo temático en el que se seleccionan valores de acuerdo con una serie de criterios sociales, poniendo énfasis en los recursos humanos de las compañías. El responsable global de ISR explica que se han creado hasta 13 variables a las que se les asigna una calificación y después, se eligen los valores con mejores puntuaciones y se procede a comprobar “si la compañía va en buena dirección”, según Christensen. Es decir, si detrás de estos parámetros también hay buenos fundamentales.
“No es una forma ética de invertir, no utilizamos valores personales sino criterios sostenibles”, reitera el experto. El tipo de cosas que les interesa ver en una compañía abarca por ejemplo la existencia de programas de formación y de un presupuesto creado ex profeso para mejorar los conocimientos de la plantilla. “Es una inversión con orientación de largo plazo que toca la ética de forma implícita, pero no nos centramos en ella sino que lo tomamos como un indicador del buen comportamiento de la compañía”, añade el responsable. Christensen resume de una forma muy gráfica el tipo de valores que tienen cabida en la cartera de este fondo: “Buscamos compañías que velen por cuidar la salud mental de los trabajadores”, concluye.