La tecnología ha dejado obsoletos indicadores que tradicionalmente les había servido a los gestores para intuir cuál era la dirección que seguían las economías y los negocios de las compañías. Hoy las herramientas más fiables son otras.
A principios de 2015, coincidiendo con el desplome del precio del petróleo, el índice de confianza del consumidor de la Universidad de Michigan reflejaba un mayor entusiasmo de los ciudadanos estadounidenses por gastar, lo que hizo a muchos inversores esperar un repunte del consumo. De hecho, existió una importante corriente de pensamiento que así lo creyó. La publicación del índice de ventas minoristas, que en teoría debería haber servido para materializar las expectativas adelantadas por la encuesta, arrojaron un dato bien distinto. A pesar del mayor dinero en su bolsillo, el consumo no había repuntado como se esperaba. El problema radica en que el indicador se realiza sobre una base de 500 encuestas, que hablan básicamente de intenciones un tanto abstractas. No cabe ninguna duda de la importancia que desde los años 70 ha tenido este indicador en el mercado. Pero tampoco es de extrañar que, en pleno siglo XXI, sea una herramienta que se haya quedado un tanto obsoleta para unos gestores cuyo trabajo consiste es anticiparse a los mercados.
La tecnología ha permitido a las gestoras de activos ir ganando esta batalla. Son varias las entidades que durante los últimos años han trabajado en el desarrollo de sistemas que les permitiesen disponer de información más fiable de una forma más inmediata. Lo han conseguido, en parte, gracias a la revolución que ha supuesto Internet. BlackRock ha sido una de las firmas que, a través del equipo de Scientific Active Equity, han trabajado en el desarrollo de este campo. Los resultados que han obtenido han sido, en muchos casos, más aproximados a la realidad del que ofrecían los índices tradicionales. “Existe una serie de indicadores nuevos que se publican a diario que nos aportan información muy valiosa. Las búsquedas que los usuarios hacen en Google las podemos tener diariamente y son datos que nos permiten predecir de una manera más precisa qué está ocurriendo con las ventas minoristas, ya no solo en EE.UU., sino que también en otras regiones del planeta”, afirma Manuel Gutiérrez-Mellado, miembro del equipo de ventas retail e institucional para Iberia de BlackRock en una presentación con periodistas.
Volviendo al caso del índice de confianza del consumidor anteriormente mencionado, los expertos de la entidad observaron que lo que adelantaba la encuesta no se correspondía con lo que mostraban los motores de búsquedas por Internet. Había una desconexión entre el aumento del consumo que pronosticaba la Universidad de Michigan y lo que reflejaban los buscadores. “Cuando te quieres ir de vacaciones, comprarte un coche o adquirir una vivienda, lo habitual es que entre tres y nueve meses antes las personas busquen en Internet lo que necesitan para hacer comparativas. Esas búsquedas son una fuente de alimentación que permite a los gestores anticiparse a la tendencia”. Gutiérrez-Mellado pone como ejemplo lo sucedido a partir de 2010 con Decker Outdoor, una compañía especializada en la fabricación de calzado de invierno, y su marca Uggs. “Las búsquedas en Google evidenciaron dos tendencias. La primera, que las ventas son muy estacionales: caen en verano y suben en invierno. La segunda, que mientras en el invierno de 2010 tocaron pico, a partir de entonces se produjo una desaceleración en el número de búsquedas”.
Lo cierto es que el comportamiento relativo de esta compañía frente al Russell 2000 Textil presenta una alta correlación con lo que han venido apuntando los motores de búsqueda. El índice sectorial muestra que en 2011 la cotización de la compañía alcanzó máximos relativos frente al resto de los valores que integran el selectivo, lo que significa que la empresa se comportaba en bolsa mejor que sus competidores. A partir de entonces, el comportamiento relativo de Decker Outdoor fue peor. Aún así, Gutiérrez-Mellado subraya que por sí solo, la información que se extrae a partir del análisis de estas variables no es suficiente para tomar la decisión sobre si adoptar un posicionamiento largo o corto en un valor, si bien es una variable más que permite analizar una compañía. A nivel macroeconómico se puede realizar el mismo ejercicio.
De hecho, el Scientific Active Equity lo hizo a principios de año para tratar de predecir si los temores que existían en el mercado sobre la entrada de la economía en un nuevo escenario de recesión eran infundados o no. “Hay una serie de indicadores que se presentan semanalmente que, agregándolos, nos permite saber cuál es la situación de la economía de una manera mucho más rápida y precisa sin tener que esperar a la publicación del PIB, un dato que se conoce un mes después del cierre del trimestre y que, además, es revisable. Entonces el equipo descubrió que se estaba confundiendo el término recesión con desaceleración y que, en realidad, a lo que nos estábamos enfrentando es a un escenario de ralentización económica. En el mundo de la gestión de activos, disponer de esta información te da una ventaja competitiva”.