El fundador de Oaktree Capital dedica su última carta a inversores a la incapacidad de conocer el futuro, pero también a la necesidad de seguir invirtiendo a través de la bruma.
Una pandemia, una contracción económica, el colapso de los precios del crudo y estímulos monetarios masivos por parte de los bancos centrales a nivel mundial. En un año complejo el inversor probablemente tenga que lidiar con uno de estos factores, pero 2020 reúne los cuatro. Si hay un momento para utilizar el calificativo de sin precedentes es ahora. No es la primera vez que Howard Marks, fundador de Oaktree Capital, habla de invertir con incertidumbre en sus míticas cartas a clientes, pero si es la primera nota que dedica por completo a este reto.
Nadie puede pretender saber el futuro. Así que invertir realmente se basa en una suposición, en previsiones. “A diferencia de ciencias reales como la física, en la economía no podemos contar con reglas que nos den consistentemente el resultado”, recuerda Marks. “Hay patrones que tienden a repetirse y, si bien son históricos, lógicos y bien analizados, siguen sin ser más que tendencias”. Ahora bien, dado la excepcionalidad de los cuatro sucesos antes mencionados, hay poco o nula historia que sea relevante hoy en día. No hay patrones pasados en los que basarse o que extrapolar. “Si nunca hemos experimentado algo, ¿cómo podemos vaticinar lo que está pasando?”, se pregunta. “Eventos como los actuales dificultan la labor de hacer previsiones; la presencia de estos cuatro elementos a la vez lo hace prácticamente imposible”. Incluso si entendiésemos cada uno de manera individual no podemos estar seguros de cómo interactuarían.
Recordemos todas las preguntas aún pendientes del COVID-19. ¿Cuánta gente tiene el virus? ¿Cuántos son asintomáticos? ¿Cuándo llegará la vacuna? ¿Acaso llegará? Y si se descubre, ¿cuánto se tardará en producir a escala mundial? ¿Cuánto durará su efecto? Son tantas dudas y esto es solo uno de los retos actuales. Marks recuerda que lidiamos con otros tres. “¿Quién puede responder a tantas preguntas, dar respuestas válidas, considerar su interacción, equilibrar las consideraciones varias en base a su importancia y procesarla para dar con una conclusión útil sobre el impacto del coronavirus?”, sentencia.
Entonces, el reto real del inversor es dar con una previsión sobre el futuro mejor que la media. Y ni siquiera hacer una predicción es un reto sencillo. El campo de las previsiones económicas es competitivo y todos aspiran a hacerlo mejor. “Y no son trajes vacíos”, recuerda Marks. La mayoría son personas con educación, inteligentes, trabajadoras, altamente motivadas y con un acceso a cantidades inmensas de datos y poder computacional.
Esto se suma a que, como insiste el gestor, la economía es imprecisa, inconsistente, y poco científica en la práctica. No hay un solo modelo de predicción económica que funcione siempre. “Si al graduarme de la escuela de negocios me hubieran ofrecido, con un enorme presupuesto, un ejército de doctorados y lujosos incentivos financieros, predecir el resultado del lanzamiento de una moneda cada domingo antes de los partidos de fútbol habría sido un fracaso”, apunta. Nadie puede tener éxito prediciendo un escenario altamente influenciado por la aleatoriedad e inconsistencia.
No es que no sepamos nada. Hay mucho que podemos predecir sobre los futuros datos macroeconómicos. Por ejemplo, que gran parte del consumo se está moviendo hacia Internet. El problema es que la mayoría también las conoce.
La cosa es que no será el último momento en la vida de un inversor en el que sienta dudas. Y no pasa nada. “No es lo que no sabes lo que te meterá en problemas. Es lo que crees que sabes seguro que luego no lo es”, defiende. “Si admitimos la incertidumbre, investigaremos antes de invertir, revisaremos dos veces nuestras conclusiones y procederemos con cautela”.
Aprender a invertir con dudas es un ritual por el que han navegado incluso gestores consolidados como Marks. Invertir con miedo, un término menos glamuroso que llamarlo un nivel apropiado de aversión al riesgo, empuja a hacer el due diligencia correcto e insistir en un margen de error adecuado. “De hecho, la preocupación agudiza el foco”, defiende.
La humildad intelectual es saber decir “no estoy seguro”, “la otra persona tiene razón” o incluso “puede que me equivoque”. Para Marks, esto es una cualidad esencial para un inversor.