El auge de la inversión con criterios sostenibles no ha dejado de crecer en los últimos años al calor de la regulación, de la concienciación de las gestoras de activos y, sobre todo, de la demanda de clientes tanto institucionales como, cada vez más, también particulares. Un auge al que también ha impulsado más recientemente la crisis del COVID.19, máxime si tenemos en cuenta que en los peores momentos de mercado como los vistos en marzo de 2020, los fondos sostenibles demostraron que en tiempos de alta volatilidad son capaces de preservar mejor el capital que los tradicionales.
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