¿Por qué suben realmente los precios?

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Imagen cedida

Hace unos días me tomaba una Coca-Cola en el despacho y pensé: “¿Cuánto debía de costar esta lata hace 100 años?”. Encontré que el precio de una Coca-Cola en 1890 era de cinco centavos de dólar, mientras que, hoy en día, en Estados Unidos cuesta en el supermercado entre 45 y 65 centavos. Por curiosidad, busqué varios anuncios antiguos de Coca-Cola: el primero es de 1890, a la moda de entonces; el segundo, de 1936, un poco más moderno. Lo curioso es que la botella de Coca-Cola se seguía vendiendo a cinco centavos… ¡al cabo de 46 años!

Mi siguiente duda fue pensar: “¿No sería lógico que los precios, en lugar de subir, bajaran, puesto que cada vez somos más productivos y hay más competencia empresarial?”

¿Qué es realmente la inflación?

La teoría clásica define la inflación como un alza constante y general de los precios de los bienes y servicios. Considera que hay, principalmente, dos posibles causas:

Inflación de oferta (o de costes). Los factores de producción (salarios, materias primas, etc.) son escasos e incrementan sus precios, lo que obliga a las empresas a subir los precios de sus productos para no perder dinero, siempre y cuando el mercado lo permita.

Inflación de demanda. Hay muchos compradores para los pocos bienes y servicios que hay, lo que hace que suban sus precios. Lo que se demanda mucho tiende a subir de precio. Por ejemplo, si mucha gente quiere comprar pisos, estos tienden a subir de precio.

Estas dos primeras causas responden a la economía real o de mercado: con el paso de los años, los precios no han subido mucho debido a estos factores, sino que, en muchos sectores, sus costes se han reducido considerablemente gracias a las economías de escala y a las mejoras tecnológicas. Pero estas dos causas realmente son poco significativas en relación a la inflación. Los auténticos culpables de la subida de los precios están relacionados principalmente con el exceso de masa monetaria de las economías y, en menor medida, de la gestión de las expectativas de los agentes económicos.

El exceso de masa monetaria o de dinero en el sistema. Si un país emite moneda artificialmente mediante la impresión de nuevos billetes cuyo beneficiario es el propio Estado -que parece ser la piedra filosofal para la solución de las crisis-, el país pasa a disponer de mayor cantidad de dinero para gastos, aunque en realidad no crea riqueza, más bien la destruye. El motivo es que, en estos casos, se está distorsionando el mercado a favor de unos cuantos favorecidos en los que el Estado se gasta ese dinero artificial y que conforman gran parte del Estado del Bienestar (constructoras, bancos, farmacéuticas, etc.). Esta manipulación se inició a partir de la rotura del patrón oro a inicios de los años 70.

Las expectativas. Si existe la expectativa de un fuerte incremento en precios en el futuro, se desincentiva el ahorro y la inversión y se promueve el consumo. Por eso es tan peligroso que la gente no confíe en una moneda y que crea que va a perder valor, ya que, a largo plazo, hace que un país y sus ciudadanos consuman más de lo que deben en lugar de ahorrar e invertir para generar riqueza. Si estas expectativas de inflación son muy fuertes, se puede degenerar en escenarios de hiperinflación.

El tercer factor: incremento excesivo de la oferta monetaria

Para que una economía se desarrolle de forma sana, lo ideal es que el crecimiento de dinero en circulación sea igual al crecimiento del PIB. Desgraciadamente, durante los últimos 13 años, Europa crecía a un ritmo del 2%-5% anual, mientras que la emisión de billetes era del 6%-10%, sobre todo por la presión de Alemania y Francia para salir de sus crisis de inicios de la década pasada. Este incremento de la masa monetaria pretendía incentivar artificialmente sus economías y acabó provocando burbujas como la de la construcción en España.

El problema viene cuando creemos que la inflación actual está creada por los dos primeros motivos, es decir, por factores de mercado, cuando en realidad la mayor subida en precios viene provocada por el imprudente y excesivo incremento de la masa monetaria en la economía. Es evidente que, a nivel político y bancario, interesa enormemente que exista esta confusión, puesto que así pueden los gobiernos “imprimir billetes” para financiar sus enormes déficit públicos, mientras que la banca se beneficia con la emisión, custodia y trading de deuda pública, al mismo tiempo que desvían la atención hacia el petróleo, la electricidad, etc.

Conclusiones

El principal factor causante del alza continuada en los precios es el excesivo incremento de la masa monetaria que gobiernos y autoridades monetarias introducen en el sistema. Parece que nos estén salvando de los problemas, cuando, en realidad, ellos mismos los han creado y los seguirán creando en el futuro.

Por otra parte, podemos considerar este exceso de masa monetaria como un impuesto que las autoridades cargan a sus ciudadanos. Para evitar este abuso, tal y como propone Jesús Huerta de Soto, sería necesario que el mundo volviera al patrón oro, a la eliminación de la reserva fraccionaria de los bancos y restitución del cociente de caja del 100%, junto con la supresión de los bancos centrales.