TRIBUNA de Jean-Jacques Durand, gestor del fondo Edmond de Rothschild Emerging Bonds en Edmond de Rothschild AM.
A principios de 2014, muchos inversores se mostraron cautelosos a la hora de invertir en deuda de países emergentes. Sin embargo, el mercado no les ha dado la razón, sino más bien todo lo contrario. El índice JPM EMBI Global Hedged (EUR) se ha revalorizado un 8,8% este año. Una situación que nosotros sí supimos ver, pues a diferencia del consenso de mercado, hemos sido positivos con la deuda emergente desde otoño del año pasado dado que pensamos que las valoraciones son atractivas y que, en general, los factores técnicos son favorables. En efecto, esperábamos que el mercado de deuda emergente registrase unos retornos de entre el 5% y el 10% durante este año, y a día de hoy nuestras previsiones se están cumpliendo.
Principalmente existen dos razones que justifican esta tendencia alcista. Por un lado, los rendimientos de la deuda estadounidense han descendido, ya que la recuperación se estancó durante el primer semestre, la inflación en EEUU se redujo y se mantuvieron los estímulos de la Fed. Asimismo, habría que destacar los atractivos diferenciales de los que disfruta la deuda emergente y el posicionamiento favorable por parte de los inversores.
Es cierto que existían numerosas fuentes de preocupación que podrían haber tenido consecuencias negativas en el mercado y frenar su ascenso, sobre todo, los riesgos políticos derivados de los procesos electorales en los mercados emergentes y el riesgo geopolítico en Ucrania, Irak y Oriente Medio, pero esas preocupaciones eran infudadas. Es innegable que estos riesgos estaban presentes, pero no podemos olvidar que se trata regiones cada vez más estables y que presentan sólidos factores técnicos.
Sin embargo, muchos inversores no han sabido verlo y han infravalorado los retornos potenciales de los mercados de deuda de países emergentes, manteniendo los volúmenes de inversión en niveles modestos. El mercado en conjunto todavía tiene potencial de revalorización para el resto de 2014, pero cualquier avance podría ser limitado después de los aumentos que hemos visto en los últimos meses. Además, las emisiones de deuda soberana deberían disminuir, lo que per se es un factor positivo, aunque algunas valoraciones son ahora menos atractivas. A largo plazo creemos que la tendencia sigue siendo positiva y todavía hay oportunidades con independencia del entorno. Todos los años, las buenas rentabilidades en el segmento de deuda emergente corresponden a un conjunto de historias y temas específicos.
Por ejemplo, creemos que actualmente hay valor en Venezuela a pesar de la elevada volatilidad que han soportado los bonos gubernamentales recientemente. El actual descenso de los precios del petróleo debería encontrar un suelo debido a los costes de extracción del gas pizarra y además los países podrían reforzar su capacidad para hacer frente al pago de su deuda mediante el ajuste de algunas variables como los tipos de cambios, las entregas de crudo a China y América Central, y primero y más importante, los subsidios al sector energético. Incluso aunque el gobierno tuviera que aprobar medidas impopulares, esto sería necesario para mantener su acceso a los préstamos y asegurar el desarrollo futuro de su industria petrolera.
Ucrania es otro de los países por los que apostamos. A pesar de los acontecimientos acaecidos, pensamos que a medio plazo la situación del país se normalizará. Cuenta con el apoyo del FMI que le ayudará a hacer frente a sus pagos y el gobierno del país tiene una sólida legitimidad y se espera que impulse un programa de reformas. Además, la situación actual ha creado oportunidades de compra en los bonos rusos, que son ahora más atractivos.
También vemos potencial en Turquía, ya que su economía está diversificada tanto geográficamente, como en términos sectoriales, y disfruta de una elevada inversión extranjera. Desde 2003, el presidente Tayip Erdogan ha reducido significativamente el déficit del país y actualmente se encuentra bajo control.
Por el contrario, hemos cubierto nuestra posición en China desde principios de junio. Existen serias preocupaciones respecto a la burbuja de crédito y creemos que el riesgo que soporta la deuda soberana del gigante asiático no está totalmente descontado. Este riesgo incluye el sector inmobiliario, el ritmo de crecimiento de los préstamos y la lucha del país para asegurar una transición hacia un modelo de crecimiento sostenible. El segmento inmobiliario representa el 20% del PIB si se incluyen los sectores asociados. Por consiguiente, es fácil imaginar el riesgo que supone para la economía que el precio de la vivienda continúe cayendo.