Resolviendo el misterio de por qué las gestoras se resisten a retirar de su oferta los fondos con bajo patrimonio

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Ujesh, Unsplash

Decía el consejero delegado de Amundi, Yves Perrier, en una reciente entrevista a The Times que la industria tiene un problema con el cierre de fondos. Según datos de Morningstar Direct, el 44% de los productos domiciliados en Europa tienen actualmente un volumen de activos bajo gestión inferior a los 50 millones de euros. Quien piense que este fenómeno se debe a que la máquina de creación de nuevos productos está muy engrasada se equivoca, ya que aproximadamente dos tercios cuentan con un track record superior a los cinco años.

Mantener un fondo de inversión abierto entraña un coste para la entidad. Y, si éste no ha alcanzado un nivel aceptable de activos, podría deducirse que el paso más lógico sería liquidarlo o fusionarlo con otro. Sin embargo, en muchas ocasiones se mantienen abiertos. ¿Por qué? Las razones son muy diversas y se explican en función del tipo de negocio de la gestora. En este sentido, se podrían hace dos grandes grupos: las grandes gestoras independientes y aquellas que cuentan con el soporte de una red comercial.

“No es lo mismo ser una entidad global e independiente que una gestora perteneciente a una firma financiera con red. El perfil del cliente es totalmente distinto y la manera de atacarlo también. Las primeras tienen que convencer al institucional o la banca privada en términos de marca, marketing y rentabilidad. En el caso de las segundas es completamente diferente. El cliente es más retail. Tiene varios productos con el banco, uno de los cuales es el fondo. Es un cliente de la entidad, no de la gestora”, explican a FundsPeople un profesor experto en la materia del IEB.

“La mayoría de fondos que hay en Europa con un volumen de activos por debajo de los 50 millones los comercializan, fundamentalmente, gestoras pertenecientes a entidades con red y un cliente cautivo. Y no se cierran porque gestionar un fondo que no cuenta con un gran tamaño puede ser un negocio lucrativo para la entidad. Sale rentable”, aseguran desde la escuela de negocios.

El coste marginal de gestionar estos productos es muy bajo. “Pongamos el ejemplo de una gestora con un fondo con 50 millones que cobra una comisión anual del 0,5%. La entidad se estaría embolsando anualmente 250.000 euros. La suma de los costes de auditoría, canon al regulador y personal (en el caso de los gestores suelen ser profesionales que están al mando de varios productos) difícilmente superarían los 100.000 euros anuales. A la entidad el producto le es rentable. Hay que reestructurar la oferta y fusionar fondos, pero no se hace. Y esa es una de las principales razones por las que se mantienen abiertos”.

Sin embargo, no es la única razón que explicaría la elevada tasa de supervivencia en Europa de los fondos con escasos patrimonios. Tal y como indica Philip Kalus, consejero delegado de Accelerando Associates, los motivos pueden ser muy complejos y diversos.

“Su cierre puede resultar una tarea operativa muy complicada. Involucra a muchos interesados y, para aquellas entidades más pequeñas, puede suponer un verdadero quebradero de cabeza, un ejercicio de distracción que se quiera evitar. Su mantenimiento también puede deberse a la demanda de un inversor clave o incluso puede que existan fondos hermanos que la gestora lance a regiones o canales específicos. Ello sin contar que se puede tratar de productos que estén funcionando como laboratorio de nuevas ideas, procesos o gestores”, subraya.

Por ese motivo, Kalus rompe la idea preconcebida de que mantener abierto un fondo con un bajo patrimonio sea, de por sí, algo negativo. “Si el alfa es satisfactorio para los partícipes, no hay nada de malo en seguir comercializando un producto que tenga una base de activos muy pequeña. Los juicios sobre el concepto de la estrategia y el potencial de longevidad deben hacerse caso por caso. No obstante, cerrar aquellas estrategias cuyos marcos y bases de activos no permiten obtener resultados rentables es vital para que la gestora conserve su credibilidad. De ahí la mayor velocidad que está adquiriendo el hecho de que las gestoras (principalmente las más grandes) estén ajustando sus gamas y retirando de la oferta los productos más pequeños”, concluye.