La adquisición de conocimiento y habilidades, la acumulación de experiencia y el cumplimiento de objetivos son piedras angulares del desempeño y el desarrollo de todo profesional, pero existe otro activo igual de fundamental, aunque en ocasiones invisible, en nuestra lista de tareas: el capital social interno. Este concepto hace referencia a las relaciones significativas que construimos y nutrimos dentro de la empresa basadas en la confianza y la colaboración, y que actúan como una poderosa red de apoyo para conseguir nuestras metas profesionales y acceder a nuevas oportunidades.