Pandemias: nada nuevo bajo el sol

Guillermo García Morillo, Ibercaja
Fuente: Cedida (Ibercaja)

TRIBUNA de Guillermo García Morillo, responsable territorial de Banca Privada en Ibercaja.

Hace unos días asistí a un webinar en el que el ponente reconocía que los analistas financieros han de estudiar de casi todo, pues cualquier circunstancia puede afectar a los mercados.  Nosotros, como asesores financieros, debemos estar informados y actualizados para el ejercicio de nuestra actividad.  Sin duda la pandemia de la Covid-19 sigue condicionando la evolución de los mercados.

Aunque para nosotros la pandemia ha sido una circunstancia inédita, lo cierto es que desde la antigüedad hasta la actualidad han existido una veintena de pandemias que han amenazado seriamente a nuestra especie.

Sin ánimo de ser exhaustivo voy a centrarme en las que desarrollaron una mayor propagación y produjeron una mayor mortalidad.  

Aprendiendo de la historia

Desde las antiguas Grecia y Roma se han denominado pestes a ciertas pandemias sufridas, aunque hoy día se cree realmente se trataba de otras enfermedades. Como la peste de Atenas (439 - 429 a.C.), que era probablemente tifus, o la peste Antonina o epidemia de Galeno ( 165-180 d.C.), que era sarampión.

Realmente, la primera epidemia de peste como tal fue la “peste Justiniana” generada por la bacteria Yersinia Pestis, que azotó al Imperio Bizantino los siglos VI y VII. Ésta rebrotó en plena Edad Media y diezmó Europa entre los años 1347-1351, provocando en todo el mundo conocido más de 200 millones de muertes.  

Para comprender su dimensión, la población de los entonces reinos hispánicos pasó de seis millones de habitantes a solo 2,5 millones. También tuvo su origen en China y se extendió por el mundo a través de las entonces incipientes rutas comerciales. Se la denominó “peste negra” o “peste bubónica” por provocar manchas negras en la piel y unas inflamaciones en los ganglios denominados bubones.  Fue declarada oficialmente extinguida en 1920.  

Con causa en el comercio con las Indias, en España sufrimos de 1642 a 1652 una gran peste que mermó considerablemente la población de nuestras ciudades. Es la que se caracterizó por las máscaras con narices largas que usaban los médicos. 

Distintas enfermedades hoy día afortunadamente superadas han tenido una inicial propagación en forma de pandemia, tales como la viruela, el sarampión, el tifus, o el cólera. Este último desarrolló hasta siete epidemias durante los siglos XIX y XX. Nuevamente con su origen en el continente asiático (en este caso en la India) y se transmitió a Europa, a través de las tropas británicas, afectando principalmente a las clases más populares con peores condiciones de higiene.  El descubridor de la vacuna contra el cólera fue un médico valenciano Jaime Ferrer.

Pero sin duda el antecedente más inmediato a la situación que actualmente vivimos y con el que más paralelismos podemos encontrar es la pandemia de la mal llamada “gripe española” (1918 – 1920) producida por el subtipo H1N1 de la gripe A.  Se le denominó “gripe española” pues al estar las naciones europeas inmersas en la Primera Guerra Mundial, establecieron una férrea censura al respecto de la enfermedad, para no afectar a la moral de la tropa y que estas no conocieran los fallecimientos que se estaban produciendo en sus hogares.  El gobierno español al no ser beligerante no estableció censura alguna y el mundo pensó que era algo casi exclusivo español.

Aunque realmente tuvo su origen en Fort Riley ( Kansas) y se trasladó a Europa mediante las tropas americanas que entraron en el conflicto.  Atacaba principalmente  al segmento de población entre 20 y 40 años, ya que no habían tenido exposición a la gripe común.  Se considera que terminó por la obtención de la inmunidad de rebaño colectiva y produjo 50 millones de muertes en el mundo y 300.000 en España.

Era moderna

Posteriormente, en el siglo XX ha habido otras epidemias que, gracias al desarrollo de fármacos y vacunas, no tuvieron tanta propagación como la anterior. Tales como la gripe asiática ( 1957 – 1958); la gripe de Hong Kong (1968); el ébola ( 1976); el SARS (2002- 2003); la gripe porcina ( 2009); o el SARS-CoV-1 o MERS ( 2012). Muchos de ellos con grandes semejanzas a los efectos físicos que produce este SARS-CoV-2.

Dentro de nuestra mentalidad postmoderna, quizás pensábamos estar libres de estas afecciones, pero la realidad se ha impuesto, y la pandemia de la Covid -19 ha venido a demostrarnos que no hay nada nuevo bajo el sol, aunque para todos nosotros haya sido del todo novedoso.

Repasar estas anteriores pandemias sufridas por la humanidad, nos lleva a dos claras conclusiones, la primera es que gran parte de las mismas han tenido su origen en China o en el sur de Asia. Y la segunda y más importante es que las sucesivas variantes o mutaciones de estos virus han producido el aumento de su capacidad de contagio y la pérdida de virulencia, reduciendo la mortalidad hasta su desaparición o conversión en enfermedad común.

En nuestro caso actual, tenemos que sumar el rápido desarrollo de vacunas y antivirales que en otras épocas pretéritas no se tuvieron.  No se si son muy optimistas pero hay quienes piensan que esta variante “Ómicron”, debió llamarse “Omega” en la expectativa de ser la última debido a su mayor capacidad de contagio y su menor virulencia.