Las declaraciones públicas realizadas por la Reserva Federal, la FCA británica y el Banco de Inglaterra en las últimas semanas apuntan insistentemente hacia un potencial riesgo de liquidez. ¿Riesgo real o profecía autocumplida?
En el actual entorno de bajos tipos de interés, el buen comportamiento registrado por la deuda corporativa en la primera mitad del año la ha convertido en una de las clases de activo más populares. Sin embargo, esta situación podría cambiar drásticamente en los próximos meses. A la incertidumbre sobre las inminentes subidas de los tipos de interés en Estados Unidos y el Reino Unido —que para algunos comentaristas del mercado podrían producirse tan pronto como el cuarto trimestre de 2014, aunque el consenso las sitúa en el segundo trimestre de 2015—, se suma ahora el potencial riesgo de liquidez.
A mediados de mes, la presidenta de la Reserva Federal estadounidense, Janet Yellen, ya llamó la atención sobre la deuda de alto rendimiento (high yield) al señalar que “en los segmentos con calificaciones crediticias más bajas, las valoraciones parecen forzadas”. Y la semana pasada, el regulador británico (la FCA) fue un paso más allá al publicar en su página web un mensaje en el que advierte a los inversores de que el mercado de bonos corporativos podría experimentar un potencial problema de liquidez en caso de sufrir un shock inesperado.
“En un momento de tensión en el mercado puede resultar difícil vender las posiciones en bonos corporativos”, señala el comunicado, “por los bajos niveles de negociación que registran muchos de estos bonos en el mercado y porque el mercado de bonos subyacentes se ha reducido en los últimos años”. Aunque el regulador reconoce que “los gestores de fondos monitorizan los volúmenes de compraventa de cada bono y el tamaño de las posiciones” para “garantizar que los inversores puedan comprar o vender sus participaciones diariamente” también advierte de que “bajo condiciones de mercado extremas, es posible que los gestores no puedan vender una cantidad suficiente de sus posiciones para satisfacer los reembolsos de los partícipes”.
Para algunos críticos, este tipo de mensajes puede resultar contraproducente y provocar pánico entre los inversores, especialmente entre los minoristas, que podría llevarlos a deshacer bruscamente sus posiciones en bonos corporativos, provocando precisamente el tipo de shock al que hace referencia el comunicado en una especie de profecía autocumplida.
También el Banco de Inglaterra
El Banco de Inglaterra (BoE) también ha mostrado recientemente su preocupación por el riesgo de liquidez al que podría enfrentarse el sector de los fondos de inversión. En un discurso pronunciado a mediados de mes, el subgobernador de Estabilidad Financiera y miembro del Comité de Política Monetaria del BoE, Sir Jon Cunliffe, afirmó que “desde el punto de vista de la estabilidad financiera, nos preocupa que las fuertes ventas de activos necesarias para satisfacer los reembolsos de los partícipes en momentos de estrés puedan suponer una amenaza para ciertos mercados sistémicos, sobre todo en aquellos casos en los que el fondo (o los fondos) cuente con una posición concentrada en ese mercado”.
“En los últimos cinco años, los fondos de inversión han multiplicado por cuatro sus inversiones en activos de mercados emergentes y en bonos high yield”, señala Cunliffe. “No sabemos qué volumen de reembolsos podría satisfacerse rápidamente sin que suponga una amenaza para estos mercados, pero la reacción del año pasado ante el anuncio del ‘tapering’ nos da una idea de lo que podría ocurrir”.
Sin embargo, el experto se muestra sorprendido de que “en un momento en el que los participantes del mercado parecen estar preocupados por la liquidez del mercado y el impacto de la regulación sobre la creación de mercado, las primas del riesgo de liquidez se mantienen muy estrechas, lo que nos lleva a preguntarnos si el mercado está descontando adecuadamente el riesgo de liquidez”.