Alain Nsiona Defise, director de deuda emergente de Pictet AM, analiza cómo ha cambiado la estructura del JP Morgan CEMBI Broad Diversified en divisa fuerte en los últimos cinco años
Solo en los últimos cinco años, la deuda corporativa emergente ha experimentado una expansión de más del 50%. “En concreto, el volumen deuda externa viva de mercados emergentes alcanzó la cifra de 1,432 billones de dólares en octubre de 2017” apunta Alain Nsiona Defise, director de deuda emergente de Pictet AM y gestor del Pictet Short Term Emerging Corporate Bonds, calificado como Blockbuster Funds People. El mercado no solo ha crecido en volumen, también en diversidad, de manera que ahora dispone de la mayor representación de empresas y países de su historia. “De hecho, se está volviendo demasiado grande e importante como para que los inversores la pasen por alto”, declara Defise.
Asia ha sido la región que ha retenido la mayor parte del crecimiento, dato que refleja amplios cambios estructurales. Defise constata que “la economía de la región ha crecido y se ha concedido más libertad a la empresa privada, de manera que ha aumentado el número de emisores potenciales”. Paralelamente, se constata el rápido incremento de la demanda, que el gestor atribuye a que “los asiáticos que acaparan más liquidez desean la estabilidad relativa de activos en divisa extranjera y la familiaridad de invertir en su mercado nacional”.
Por norma general, las empresas asiáticas presentan calificaciones crediticias mejores que las de sus equivalentes en otras regiones. Es una divergencia que se ha ampliado en el último lustro, hasta el punto de que las empresas asiáticas presentan tasas de impago inferiores incluso a las de sus homólogas estadounidenses dentro de la categoría high yield. “Esto se traduce en mayor diversificación y rentabilidad más estable”, sentencia Defise.
El gestor toma como referencia el índice de deuda corporativa emergente JP Morgan CEMBI Broad Diversified en divisa fuerte. Su calificación crediticia media del indicador es con grado de inversión, con un rating medio de BBB-. El experto detalla que el CEMBI ofrece hoy exposición a 1.331 bonos de 609 emisores de 52 países, frente a los 1.111 bonos de 515 empresas de 55 países de 2014. “Los países con fuertes indicadores socioeconómicos como Corea del Sur o Singapur son elegibles, pero los de alta volatilidad como Venezuela, Ecuador y casi la totalidad de África subsahariana, no”, recuerda el experto.
El indicador ofrece actualmente una rentabilidad a vencimiento del 5,07%, con una duración media ligeramente inferior a cinco años. El sector con mayor representación es el financiero (27%), pues tiende a concentrar la calificación con grado de inversión. No obstante, esto no es ninguna novedad: “Ya en 2013 su volumen superaba al del mercado de crédito de alta rentabilidad de EE.UU.”, comenta el experto.
Éste subraya que la volatilidad histórica el índice ha sido baja y su rentabilidad ha sido resistente, algo que atribuye “al aumento en los activos y el apoyo de inversores locales”. Este apoyo es significativo, pues la mayor parte de la demanda sigue siendo institucional, lo que aporta estabilidad al comportamiento de los activos al ser inversores con un horizonte de inversión largoplacista. En cambio, los ETF aún suponen tan sólo una pequeña porción del mercado. El gestor subraya como factor técnico adicional la todavía escasa representación de la deuda corporativa emergente en las carteras.
El director de deuda emergente afirma que, en los últimos cinco años, se han producido dentro del universo “cambios estructurales sutiles, pero igualmente importantes”. Por ejemplo, observa que ahora este mercado reacciona con mayor madurez ante las crisis locales, como sucedió por ejemplo con Rusia y Brasil en 2017: “Lo que tiempo atrás habría provocado pánico generalizado, hoy suele considerarse incidente aislado”, afirma. “Esta reducción de riesgo sistémico es muy importante para la resistencia y estabilidad de esta clase de activos”, asevera el experto.
Obviamente, el contexto macro actual tampoco es el mismo de hace cinco años: 2017 ha sido el primer año desde 2008 sin rebajas de tipos de interés, y ahora los bancos centrales están cambiando poco a poco su discurso hacia un menor grado de acomodación. Defise afirma que, en este contexto, la deuda corporativa emergente “se encuentra en una posición muy sólida para resistir las turbulencias y seguir siendo una atractiva fuente de ingresos y plusvalías, así como buen elemento diversificador”. Esto se debe en parte a que las emisiones de empresas emergentes suelen tener unos vencimientos más cortos y cupones mayores, pero también a que los mercados ya han descontado largamente la posibilidad de un endurecimiento monetario. Además, el experto afirma que “su sensibilidad a la subida de los tipos de interés es menor que la deuda soberana emergente en dólares y que el crédito grado de inversión de EE.UU.”.
Estado de las valoraciones
A pesar de la mejora de los fundamentales, estos mercados conservan valoraciones atractivas en términos relativos: “Los precios del crédito emergente no están tan tensos como los de otros activos de renta fija, tienen más margen para absorber un aumento de rentabilidades a vencimiento sin dejar de generar rentabilidades atractivas”, comenta el gestor.
Una de las referencias que emplean en el método de valoración de Pictet AM es el rendimiento que reciben los inversores en relación al grado de endeudamiento de la empresa. Según esta métrica, en la gestora consideran que “estos bonos ofrecen invariablemente más rentabilidad que la deuda empresarial de EE.UU.”. El experto matiza que hablamos de una clase de activo heterogénea, por lo que es obligado ser selectivo para detectar las mejores oportunidades. Uno de los nichos donde está encontrando oportunidades actualmente es en algunos bonos latinoamericanos con rating B.
Defise vaticina que, si persiste el actual entorno económico mundial favorable en 2018, entonces podría prolongarse la tendencia hacia el estrechamiento de diferenciales que se ha visto desde 2016, aunque aclara que éstos ya están en niveles bajos. Uno de los principales puntos de apoyo de la tendencia es la continuación del crecimiento global sincronizado; según la previsión de los economistas de Pictet AM, los mercados emergentes crecerán un 5% en términos reales en 2018, frente al 2,1% que estiman para los desarrollados.
Obviamente, la clase de activo también se enfrenta a riesgos. El gestor se refiere a la posibilidad de que la inflación sea superior a la prevista – “puede tener mayor impacto en los tipos de interés que en las divisas emergentes”, pero también a la probabilidad de que China crezca menos de lo esperado o a que se produzcan tensiones geopolíticas (negociación de NAFTA, elecciones en Brasil…). Dicho esto, el gestor opina que “prevalecerá cada vez más el riesgo idiosincrático”, por lo que la selección de bonos será clave.