Los inversores de private equity se vuelven más selectivos en un entorno aún desafiante para el mercado

La consultora americana Bain & Company acaba de publicar su informe anual de private equity. La principal conclusión de su extenso análisis es que el mercado de private equity sigue estancado desde que se inició el rápido y brusco ajuste de la política monetaria por parte de los principales bancos centrales.

Según el informe, en 2023 el valor de las operaciones realizadas (deal value) cayó un 37%. El volumen de las salidas (exit value) se redujo un 44%, su nivel más bajo en una década. De las tres posibles salidas de las participadas, la venta sponsor-to-strategic (cuando el fondo de PE vende a una empresa en cartera a otra competidora) cayó un 47%, mientras que la venta sponsor-to-sponsor (un fondo de PE vende a otro fondo de PE) cayó un 45%.

Fuente: Bain & Company.

Esto ha dejado la histórica cifra de 28.000 empresas en las carteras de los fondos de private equity, de las cuales, más del 40% tienen al menos cuatro años de antigüedad (vs. la vida media en cartera que ronda los tres y cinco años). La preocupación llega con las añadas 2020-21 cuyos precios de adquisición se situaron en máximos.

Fuente: Bain & Company.

La caída en las desinversiones ha provocado una ralentización de las distribuciones a los inversores (LP), mermando su capacidad para reinvertir más capital en nuevos fondos. La captación de fondos (o fundrasing) fue de 1.200 billones dólares, un 20% menos respecto a 2022). Solo dos categorías aumentaron sus captaciones respecto al año anterior: buyouts y secundarios, con un crecimiento del 18% y del 92%, respectivamente.

En este contexto los LP se han vuelto necesariamente más selectivos, contribuyendo a un escenario de “de ricos y pobres” en materia de captaciones, señala en sus conclusiones Hugh MacArthur, Chairman of Global Private Equity Practice en Bain & Company. Respalda esta afirmación al observar que sólo los 20 mayores fondos concentraron más de la mitad de todo el capital captado. Si nos centramos solo en los fondos de buyout, la cifra de vehículos que consiquieron cerrarse disminuyó un 38% en 2023 (449), el tamaño medio de los mismos fue de 1.234 millones de dólares, lo que supone un crecimiento de 83% respecto al año anterior.

En cuanto a los precios, el informe señala que han sufrido cierto ajuste en el último año se ha producido, aunque de forma moderada. Esto se debe a que los vendedores están sacando al mercado únicamente los activos de mayor calidad, aquellos que confían en que se venderán con una rentabilidad razonable.

El giro que se espera en la política monetaria de los principales bancos centrales aspira a cambiar las reglas de juego. La consultora señala que la actividad inversora ya está aumentando incentivada por la expectativa de cambio de rumbo del BCE y la Fed. Sin embargo, la actividad de desinversión seguirá más presionada. Salvo que los tipos bajen más de lo previsto, los vendedores seguirán encontrando grandes obstáculos para vender sus empresas por los canales tradicionales (a compradores estratégicos, a otros patrocinadores o a los mercados públicos). Aquí entra en juego el trabajo de campo con las participadas para crear valor en la cartera y la innovación a hora de crear soluciones de liquidez, como la financiación del valor neto de los activos (NAV loans) o la transferencia de empresas a nuevos fondos internos (fondos de continuación).

Los más experimentados del lugar recuerdan que el sector ya vivió crisis antes y que los datos avalan que las añadas de después tienen buenas rentabilidades.

La consultora americana Bain & Company acaba de publicar su informe anual de private equity. La principal conclusión de su extenso análisis es que el mercado de private equity sigue estancado desde que se inició el rápido y brusco ajuste de la política monetaria por parte de los principales bancos centrales.

Según el informe, en 2023 el valor de las operaciones realizadas (deal value) cayó un 37%. El volumen de las salidas (exit value) se redujo un 44%, su nivel más bajo en una década. De las tres posibles salidas de las participadas, la venta sponsor-to-strategic (cuando el fondo de PE vende a una empresa en cartera a otra competidora) cayó un 47%, mientras que la venta sponsor-to-sponsor (un fondo de PE vende a otro fondo de PE) cayó un 45%.

Fuente: Bain & Company.

Esto ha dejado la histórica cifra de 28.000 empresas en las carteras de los fondos de private equity, de las cuales, más del 40% tienen al menos cuatro años de antigüedad (vs. la vida media en cartera que ronda los tres y cinco años). La preocupación llega con las añadas 2020-21 cuyos precios de adquisición se situaron en máximos.

Fuente: Bain & Company.

La caída en las desinversiones ha provocado una ralentización de las distribuciones a los inversores (LP), mermando su capacidad para reinvertir más capital en nuevos fondos. La captación de fondos (o fundrasing) fue de 1.200 billones dólares, un 20% menos respecto a 2022). Solo dos categorías aumentaron sus captaciones respecto al año anterior: buyouts y secundarios, con un crecimiento del 18% y del 92%, respectivamente.

En este contexto los LP se han vuelto necesariamente más selectivos, contribuyendo a un escenario de “de ricos y pobres” en materia de captaciones, señala en sus conclusiones Hugh MacArthur, Chairman of Global Private Equity Practice en Bain & Company. Respalda esta afirmación al observar que sólo los 20 mayores fondos concentraron más de la mitad de todo el capital captado. Si nos centramos solo en los fondos de buyout, la cifra de vehículos que consiquieron cerrarse disminuyó un 38% en 2023 (449), el tamaño medio de los mismos fue de 1.234 millones de dólares, lo que supone un crecimiento de 83% respecto al año anterior.

En cuanto a los precios, el informe señala que han sufrido cierto ajuste en el último año se ha producido, aunque de forma moderada. Esto se debe a que los vendedores están sacando al mercado únicamente los activos de mayor calidad, aquellos que confían en que se venderán con una rentabilidad razonable.

El giro que se espera en la política monetaria de los principales bancos centrales aspira a cambiar las reglas de juego. La consultora señala que la actividad inversora ya está aumentando incentivada por la expectativa de cambio de rumbo del BCE y la Fed. Sin embargo, la actividad de desinversión seguirá más presionada. Salvo que los tipos bajen más de lo previsto, los vendedores seguirán encontrando grandes obstáculos para vender sus empresas por los canales tradicionales (a compradores estratégicos, a otros patrocinadores o a los mercados públicos). Aquí entra en juego el trabajo de campo con las participadas para crear valor en la cartera y la innovación a hora de crear soluciones de liquidez, como la financiación del valor neto de los activos (NAV loans) o la transferencia de empresas a nuevos fondos internos (fondos de continuación).

Los más experimentados del lugar recuerdan que el sector ya vivió crisis antes y que los datos avalan que las añadas de después tienen buenas rentabilidades.

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